martes, 1 de febrero de 2011

El encanto del sur



Cuando uno se va del lugar al que pertenece, siempre siente cierta nostalgia por lo que se deja allí. Misma sensación que vibramos, diría yo, cuando nos toca regresar de ese idilio que suelen ser esos míseros días que se esperan con tanto estupor por meses.
Irse de vacaciones tiene ese no se que, difícil de poder explicarlo con palabras, quién sabe por que.
Nuestro amigo madrileño suelta en una canción una frase que quedó y aún queda en mi memoria: ¿nunca has pensando en huir al sur para empezar de nuevo?
Palabras que, hoy de vuelta en esta abominable ciudad y sucio trabajo, reflotan en mi mente sin cesar.
Algo tiene de encanto que hace que uno quiera quedarse allí, tal vez sea el paisaje, la belleza que se ve tras la ventana, la gente-difícil de encontrar por aquí- y de no sentirse un excluido, sino uno más.
Creo que logre olvidarme de que te trataran de mala manera al pedir un favor (lo recordé cuando fui a la casa de su vecino cercano que esta a una hora de distancia, que posee igual belleza deslumbrante, pero mezclada con ciertos toques de donde vivo actualmente).
Un lugar donde la lluvia no logra empañar el paisaje, como tampoco las bajas temperaturas aún estando en el caluroso verano para el resto del país. Eso de sentir que estamos en Julio o Agosto y que solo le falte la nieve no molesta en absoluto (tal vez por que me gusta tanto el calor como el invierno, bueno éste último un poco más).
Momentos y sensaciones que quedan para acompañarlos con un poco de chocolate acompañado con un buen café o disfrutar de una sabrosa mermelada, tal vez de rosa mosqueta, mientras volvemos a mirar las fotos y pensamos en que hacemos viviendo aquí.
Si tuviera que realizar un diario para contar lo que fue mi descanso no sabría donde empezar, si por el frío de los primeros días, la amabilidad de la gente que apenas nos conocían o ni eso, la buena onda de todos, las risas, la subida al cerro-a pesar de que creíamos que no podíamos hacerlo- las ricas comidas acompañadas con Postales del Fin del Mundo, y mucho más.
Supongo que me quedo corta, si, seguro que sí.
Este viaje comenzó en mitad del año pasado, con pasaporte y doce horas de avión para el frío del otro continente, luego cambio por más horas pero de micro (por perdernos el vuelo aéreo) a nuestro país. En su momento pensé en que no era lo que quería y tal vez no sabía como sería, hasta que llegue y de inmediato dije esa frase (que supongo canso bastante a mi amiga) acá me quiero venir a vivir, y no era chiste, no lo es (nunca me paso de sentir eso en un lugar nuevo que conozco) como mucho menos la tristeza por tener que irme, esa sensación fue rara.
Un viaje que dejo muchas preguntas que buscan respuesta (tal vez se resume en una) quién sabe.
Lo que seguro es que la pregunta de Ismael en aquella canción no resulta tan disparatada.
Mal escrito por Bet.
Foto: Cerro Bayo-Villa La Angostura.

1 comentario:

LUCIERNAGAS DE CIUDAD dijo...

"Ya sólo me queda la vacia pena del viajero que regresa"

Y es verdad que a uno le gustaria dejar un pedacito suyo en los lugares maravillosos que la vida nos descubre. Uno de los mios es Cadaqués, nunca me cansaré de visitar ese lugar.
Petons