sábado, 25 de octubre de 2008

Historia sin Final

Estábamos en primavera, en la casa de unos amigos de la familia, era de noche. El cielo se encontraba colmado por una inmensidad infinita de estrellas con una agobiante calma, demasiada para mi gusto.
Y allí presente yo, Azul, sumergida entre la mucha arboleda del parque, escuchando, tal vez sin demasiada atención, a la familia de los Fautos. Junto a mí, estaba el silencioso Abril, rodeado por la insípida, y no creo exagerar en el término, Ariadna, su novia. También se hallaban sus dos hermanos: Zoel, la más pequeña, y, Luka, el mayor, poseedor de unos extraños ojos de color azul, y de una gracia excesivamente negra, similar, a la de su progenitor.
Y ahí me topaba yo: solamente mirando y percibiendo los silencios de Abril, que eran como eternos, de fondo, se oían las risas, los sarcasmos, liquidados hacía él por el intolerante-en la mayoría de los casos- de su padre.
Todo resultaba como excesivamente extraño; es en mismísimo instante cuando en medio del caos: Abril sale corriendo-quién sabe hacia donde- solo corre, la desabrida Ariadna lo sigue enfadada, yo igualmente.
Ella le reprocha la manera abrupta de retirarse y se va de muy mal estado de ánimo, al no tener respuesta de su novio. Yo me quedo próxima a él; estática, sin moverme, ni omitir sonido alguno. Y ahí estamos frente a frente, mirándonos, de forma diría yo, lenta. De nuestras bocas no salían palabra alguna, sólo eran miradas, gestos. Hasta que él me pregunta:- ¿Vos como amas?-, Quiero que me digas que haces para amar-, asombrada ante tamaña pregunta me anime a contestarle, le dije que se acercase hacia mi que se lo explicaría, que no era algo fácil de percibir. Él se acerca, y justo cuando comienzo hablarle aparece alguien; viene hacia nosotros, que hundidos en el pánico, nos escondemos detrás de un armario, observando así los movimientos de este ser extraño que se dirige hacia el interior de la casa. Luego, todo las luces se apagan, todo se torna gris, oscuro, y de sonido sólo nos encontramos con los ladridos de los perros. Intento, con temor y voz quebrada, llamarlo a Abril, ahora si: el viento es como un huracán, los perros parecen salvajes, el cielo se llena de nubes, los dos echamos a temblar.
Hasta que de repente el oscuro gris, de instalado el crepúsculo, se transforma en un claro amanecer. Los llantos rodeaban la casa. Nosotros que no comprendíamos lo sucedido. Estábamos
frente a todos y nadie se fijaba en nosotros: ¿Qué ocurrió entonces?, ¿Por qué los lágrimas?, hasta que lo vemos:
En el centro del campo yacían nuestros cuerpos, si los nuestros, destruidos, como si los hubiesen atacados una manada de animales feroces.
Nos alejamos, y miramos los destellos en la gente de lo acabado hace apenas unas horas: ¿y que se reflejaba?: la amargura de Zoel, el dolor de mi familia, las falsas lágrimas de Ariadna, y el regocijo si dije bien, regocijo, de Luka y su padre.
Parece extraño ¿no?, pero lo singular no son las risas sino la inmensa felicidad que invadía a nuestros cuerpos, el cielo-que era diferente al grisáceo de ellos- el nuestro era azul como el océano, el aire se sentía limpio, y todo era calma- y esta vez no me parecía demasiada- al contrario me gustaba. Yo estaba feliz, él también, era el paraíso y era de los dos, y ahí seguro estaríamos unidos eternamente, disfrutando del verdadero amor.
Pd: Dedicado pura y exclusivamente, a la señorita Jules que la quiero mucho y más en este escrito!...Próxima vez...te firmo el libro..jeje!!

martes, 14 de octubre de 2008

Don Manuel: Barcelona (tercera parte)

La vida de Paloma siguió, él se fue a México, ella no pensó en alcanzarlo, o tal vez en su inconciente, si se fantaseaba con huir tras Lisandro.
Uribelarrea, estaba de igual manera que antes, Don Manuel seguía todas las tardes, sentado en la plaza, ella lo veía rara vez, es que trataba de todas las formas posibles evitarlo. La vergüenza también era dueña de su cuerpo, vergüenza hacia él; Don Manuel, por no saber aprovechar el tiempo que éste hombre le había ofrecido, y que ella, inútilmente lo dejo esfumar, así tan repentinamente.
El invierno estaba próximo aparecer, se hacia sentir en las mañanas, faltaban exactamente quince días para el veinte y uno de junio. Paloma, como solía hacerlo, llego de prisa,pero puntual a la oficina, suelta la pesada cartera, se acomoda en su escritorio, mientras piensa en la rutina del día de la fecha, y es en ese preciso instante que aparece, con su pretenciosa voz ronca provocado por el habano acabado de terminar y por los tantos que seguramente ha fumado la anoche anterior en el bar de la esquina, junto algún agua ardiente,el señor Lönnrot (dueño de la empresa, y por no ser exagerados, de casi todo Uribelarrea) buscando, en forma casi de alteración extrema, a Paloma.
Lönnrot- Permiso, debo hablar con usted Paloma, es urgentísimo.
Paloma- Si señor Lönnrot, ¿que desea?, ¿Ocurre algo?
Lönnrot- Visto y considerando que eres una de nuestras mejores empleados-y tal vez la mejor- de aquí….
Paloma (sonrojada)- Bueno, señor no se si será para tanto…no creo que lo sea
Lönnrot- Si, lo es. Volviendo, hemos decido, que sea usted la que viaje
Paloma (sorprendida)- ¿Qué viaje?, ¿yo?, ¿hacia donde?
Lönnrot- Que viaje a España, para ser más precisos a Barcelona.
Paloma (aun sin lograr entender, y con conjuntos de asombros y alegrías)- ¿A Barcelona?
Lönnrot- Usted sabe todos nuestros negocios, sabe manejarse, no creo que tenga problema allí. Barcelona la espera el veinte y uno de junio. ¿Es que acaso no desea viajar?, ¡no me diga que no puede! usted sabe que suelen parecerme nefastos las esperas y los no como respuesta.
Paloma- Si, lo se, pero ¡por favor! Déjemelo pensarlo esta noche señor Lönnrot, y mañana le comunico la respuesta.
Lönnrot- Pues bien, esperare un día más. Que sea mañana, por que niña: ¡El tiempo se agota!
Paloma salió del trabajo con más dudas en su haber que las que tenía apenas llego a éste, además, una frase del señor Lönnrot le atormentaba su cabeza; “el tiempo se agota”. Estaba cansada de que esa palabra siempre sea determinante de su vida, se estaba empezando a fastidiar de un simple término que supo adorar en su momento: el tiempo.
En el trayecto a su casa, hizo un recorrido por la plaza, sin pensar, que a esas horas se podría encontrar con Don Manuel. Y allí, estaba sentado como si la estuviese esperando. Ella temerosamente intento evadirlo, pero fue imposible, otra vez estaban frente a frente:
Don Manuel (con risa pícara)- No me esquives, yo no te culpo de nada.
Paloma (con tenso tono de voz)- No lo esquivo Don Manuel, si me perdona estoy apurada.
Don Manuel- ¿Apurada para viajar a Barcelona?
Paloma (quieta, sin entender absolutamente nada)- ¿Cómo sabe usted de mi viaje?, ¿Hablo con el señor Lönnrot?, ¿usted se lo pidió? ¿Me puede explicar?.
Don Manuel- ¡Pero mujer yo lo se todo!, ¿es que acaso no te has dado cuenta?, yo puedo, ver, oír, sentir, lo que todos realizan en este pueblo, se cuando van a pasar las cosas, se cuando no serán de esta manera: ¡Lo se todo! ¡Manejo el tiempo!
Paloma- Y por curiosidad…. ¿Usted sabia…?
Don Manuel (pícaro)- ¿Si sabía que no cambiarias el final de tu historia?, si lo sabia, como sabía que los amores cobardes no llegan a amores, y que tal vez ese no era un amor…….
Paloma (realmente atónita)- Me debo ir Don Manuel
Don Manuel- Paloma recuerda que al señor Lönnrot no le gustan los no como respuesta….
Y así pasó la noche, en confusa desesperación. Y la mañana llego y el señor Lönnrot, la esperaba aseado y puntual a las ocho de la mañana en la oficina.
Paloma- Hola señor Lo…. (Y ella no termina de pronunciar su apellido que él la interrumpe para preguntarle su respuesta)
Paloma (con tono de voz firme)- Si, viajo a Barcelona señor.
Lönnrot (jubiloso) – Que placer escuchar esa respuesta muchacha. Barcelona la espera.
Y los días corrieron como si fuesen una maratón, llego el día justo del viaje, pese a su recelo Paloma viajo.
Arribo a Barcelona con varías valijas y maletas, y comenzó una tenaz caminata por el lugar, hasta que de pronto, entre tanta muchedumbre alguien se ofrece a ayudarla.
Paloma- ¿Y usted quién es?
Me presento me llamo Andrés. ¿De Argentina verdad?
Paloma- Si de Argentina, ¿y usted, de Barcelona?
Andrés- No de Madrid, si quiere en viaje hacia su hotel le cuento mi historia…..
Paloma- Será un placer.
Y fue así Paloma no volvió de vuelta a Uribelarrea sólo esporádicamente de visita, aquí sigue todo similar, allá no lo se. Sólo se, que Don Manuel, como siempre, tenía razón: Lisandro no era para ella su amor verdadero.

Pd: Si alguien sabe, que me diga de donde saque el nombre Lönnrot.....

jueves, 9 de octubre de 2008

Don Manuel(Segunda Parte): Amores Cobardes

Todo se encontraba de igual manera que antes, no existían cambios: el sofocante calor de enero, la plaza llena de niños, las heladerías repletas. Y ella sentada allí, esperando, como el verano anterior, a aquel hombre altanero, pelirrojo y de infinita sonrisa: Lisandro, quién traía en su mano un inmenso helado sabor vainilla para ella.
Paloma, estaba como en las nubes, dejaba volar las horas, sin pensar en el que pasaría un tiempo después. Aunque los días se consumían como se evaporaban los minutos y ella, tal vez, por el vértigo o el virus que invadía su alma, no se animaba decir ni una sola palabra; su boca se había transformado en una oscura y temerosa tumba.
Don Manuel, seguía allí estoico, como siempre, en la plaza, y ella no solía hablar demasiado con él, si recordaba sus palabras: “trata de no cometer los mismo errores”. Frase que la atormento durante todas las noches, que no le permitía dormir hasta inclusive, a veces, hasta respirar.
Pero el tiempo se estaba agotando y todo permanecía de la misma manera que antes. Ya no estábamos en enero, sino en marzo, y faltaban pocos días para el fatídico diez de marzo….
Tan sólo disponía de diez días, para poder hablar con Lisandro y para no dejarlo escapar, otra vez, para no sentirse en la soledad nuevamente.
Y los días se atravesaron, a pesar del calor del verano, como un crudo y feroz invierno para Paloma. La noche del nueve de marzo, salieron a caminar, sus manos temblaban, transpiraban y su cara era pálida, pero también lo era la de él, Lisandro sabía que, ya no quería estar con aquella mujer que la cual se había enamorado hace un tiempo atrás, él sabía que México lo esperaba, y ella también, es por eso, su doble dolor, por que sentía que nada podía ser, y que su cobardía la ganaba nuevamente, y que el miedo era más fuerte que su valentía.
Y así pasó la noche, en la espera, el diez de marzo llego, prefirió no levantarse de la cama, el partido estaba perdido, las noticias ya las conocía y no eran de las mejores. Solo durmió durante infinitas horas, se despertó pensando en don Manuel, el volver a buscar, en algo….quién sabe que…
Pero recordó, como lo decía Ismael:
los amores cobardes no llegan a amores e historias…se quedan ahí…….
Continuara….

Pd: Disculpen la tardanza del escrito: problemas a nivel de facultad, trabajo, y otras cuestiones increibles y no gratas, lo impidieron.
Este finde(o hoy mismo la tercera parte de Don Manuell, y nueva historia!)