domingo, 30 de noviembre de 2008

Laura y su piel

Laura llega, con el calor asemejado a una mañana de enero, a la clínica. Hoy toca a las diez y treinta horas turno con la dermatóloga.
La secretaria, con esa cara de siempre de yo no hice nada, la recibe, le pide de forma inmediata el carnet de la obra social (claro si no pertenecemos al mundo de la prepaga, no existimos para el sistema salud) y le comunica que ella pertenece a la paciente número diez, y que la doctora todavía no ha llegado.
Laura (Con un rostro que muestra poca paciencia) - ¡¿Como?! ¿Diez personas adelante mió?
Secretaria (Con bello rostro que muestra la inoperancia y de nuevo esa imagen de yo no fui)- Si, diez personas. Recuerde que es sin turno señora….
Laura (Crispándose cada vez más)- Perdón, señorita. Y de esa manera con la irritación a flor de piel, que paradoja, se dirigió a esperar su llamado. Luego de sentarse, se dispone de sacar un libro que se hallaba en el fondo de su cartera negra. Así es como aparece en sus manos un bello libro: Las Armas Secretas, del genial
Cortazar.
Todo estaba predispuesto a ser leído, o mejor dicho a terminar el final, que pronto llegaría. Claro esta, una amargura del momento: cuando se encontraba a punto de ojear una de las últimas páginas, es interrumpida por un semejante de pequeña voz fina, pero imparable a la hora de hablar. Lo sabía era imposible leer en aquel ámbito, más bien era mejor contemplar a los sujetos allí sentados.
Y poder observar al anciano que se encontraba sentado justo en frente de ella, con su piel marchita, esperando ser atendido quien sabe con quien, más aun, y de que.
Ahora sobre su izquierda se ubicaba una bella mujer muy alta, grande en edad-en realidad eso era lo que aparentaba- con un bonito niño entre sus brazos, se acomoda y comienza a mover-casi sin parar- su pierna; ella le hacia acordar tanto a su tía Beba. Sentía como si estuviese por un instante en otro lugar y no en aquel sanatorio. Como si se hallaba en la casa de la abuela Adela, tomando el te con leche y la tía sentada allí con su cigarrillo en la mano y su delgada pierna entrecruzada moviéndose continuamente.
Sus ojos se llenaron de lágrimas por un segundo, por un suspiro. Hasta que volvió a la normalidad; al sanatorio y la espera para ser atendida. El tiempo paso como si fuera eterno, pero llego; la doctora pronunció su apellido: Mariota Laura Ana.
Laura- Si aquí estoy.
Doctora- Hola Laura. ¿Qué es lo que te anda pasando?
Laura- ¿No lo percibe?, mire mi cuello, presiento que algo me hizo alergia o volví a estar en la adolescencia otra vez con mis veinte y tres años.
Doctora (entre risa)- No creo que sea este el asunto. ¿Vos estas bien?
Laura- ¿Cómo si estoy bien?, ¿no ve que tengo algo aquí en mi cuello, una marca que no desaparece y me avergüenza profundamente?
Doctora- Lo se, por eso te pregunto si estas bien. Por lo general este tipo de erupciones suelen tener que ver con algo emocional. La piel es, junto con el cerebro, el órgano más sensible.
Laura- Si, sabía. Igual, creo que estoy bien.
Doctora- ¿Cómo crees?, uno lo esta o no. No es cuestión de creer.
Laura- Bueno, hoy es lunes y no es día de psicóloga . Toca los viernes por la tarde. Y creo que aquí vine atenderme con una dermatóloga.
Doctora- Si, no te enojes. Te voy a dar una crema. En una semana se va todo. Igual, de todas formas tranquilízate. Y no te preocupes: todo tiene solución, todo. El amor también
Laura (Más furiosa)- ¡El amor!, ¿que sabe usted si mi problema es el amor?
Doctora- No hace falta que lo digas. Tu rostro esta como el día grisáceo. Tomate este medicamento y la semana que viene nos vemos de nuevo aquí.
Laura salió enojada, con bronca fue a la farmacia. Compro lo que le receto la médica.
Y se detuvo; miro el cielo: empezaba a llover, estaba gris. Se subió al coche, puso música: sonaba Buena suerte y hasta luego de Los Rodríguez.
Justo en ese preciso momento resonaba su celular, vio de quien venía la llamada: pertenecía a Walter, lo atendió y sólo le dijo; hola, buena suerte y hasta luego. Corto y empezó a manejar felizmente por las calles de Lomas, mientras en el cielo la lluvia se entremezclaba con un sol, y volvió a meditar: ¡Seguro que se esta casando una vieja!, mientras su risa aparecía fuertemente en su rostro....

viernes, 21 de noviembre de 2008

La Bohème

Y sin prolongar la ocasión las cinco de la tarde llegaron; el aire permanecía cargante: acontecía en el espacio una admisible parsimonia.
El sitio para ejecutar el negocio no era más que otro que la propia oficina de Luca, esa, que hace apenas unas horas argumentaba despilfarros de fantasía, amor y locura por parte de la inquietante Clara y el oscuro Luca. Aquel joven que ahora, sin juzgar el por que, se topaba asustado del acto que en minutos se consumaría.
Su rostro se había convertido en blanquecino, sus flancos se hallaban temerosos, y un ligero sudor corría por su helada frente.
Por el contrario, en Jusepe habitaba la serenidad, la sonrisa en su rostro no dejaba de esfumarse, aunque sonase extrañadamente alguien se registraba feliz por vender una empresa familiar de tantos años como lo eran ellos. Si, los Fuscenescos eran reconocidos en el sur Italia, y no creo engrandecer si digo, muy conocidos y por sobre el resto: muy poderosos.
Ellos eran del mundo de las pastas, no existe nadie que no las reconozca por su grado de excelencia. Claro, este lucro movería millones, ya estaría mañana en la principal portada de los diarios económicos de aquí e Europa: gran transacción Fuscenescos- SCicala Luca. Aunque indudablemente también lo sería, que nadie pensase en la portada de los periódicos policiales que es en donde podría figurar Luca en futuro cercano.
Giuseppe(Con un tono de experto en el tema)- Me pone muy jubiloso realizar esta venta contigo Luca. ¡Usted no sabe el afecto que le tenía a su abuelo y a su padre!,.
¡Cuantos recuerdos de primaveras juntos allá por la linda Italia!.
Luca (Más dudoso en su tono de voz)- ¡Yo también me alegro por realizar esta operación!, lástima no recordar a mi abuelo hablando de usted….
Jusepe- Su abuelo era muy modesto, hasta diría muy…vergonzoso a la hora de las palabras.
Luca (Ahora si valiente a la hora de hablar) ¿Y don Jusepe realizamos la transacción?, se nos están consumiendo las horas del día….¡Ahora estamos en las seis!
Giuseppe(Atrevidamente) ¡Cuanto antes bambino! Tengo prisa…….
Y el sosiego simulaba eterno, la paz (y valla paradoja) reinaba en la oficina, y La Bohéme sonaba enérgicamente.
“Quando mén vo” se sentía cada vez más enardecida. Hasta que un sublime instante sólo se escucho el quejido de Clara entremezclado con un perfecto ruido sonoro de una bala y una falsa temerosa sonrisa de Giuseppe.
Se los vaticine mañana Luca no saldría en el sector de economía
más bien en policiales…….

lunes, 10 de noviembre de 2008

La Bohème- Primera Parte

Se levanta puntualmente a las seis y treinta de la mañana, se toma el te negro con una gota de limón. Entretanto hojea las noticias del día, se acicala su cuerpo, mientras de fondo suena furiosamente La Bohéme, para ser más exactos: “Quando mén vo”.Parece paradójico que se olla este tema, y más aun sabiendo que Luca todavía no sabe cual será el destino final de su viernes.
Se termina de vestir rigurosamente con un traje impecable color azulino, y zapatos lustrados, de manera exacta por Horacio el día anterior.
Baja las escaleras, sin demasiad prisa, mira el cielo, que se encuentra con un celeste envidiable, sube al coche, y anda por las calles de Buenos Aires, en busca del trabajo que lo espera. Y otra vez de fondo suena Puccini, otra vez La Bohéme, ahora con Si mi Chiamano Mimi.
El semáforo hace que el coche se detenga, como lo hace su mente. Luca, piensa, piensa si algún día llegará una Mimi, como en la ópera de Giacomo, a su vida.
Son las ocho, llega puntual a la oficina:
Clara (en la recepción de la oficina, lo espera, con su timidez a cuestas, su pelo rojizo y su rostro ruborizado)- ¡Hola señor Luca!, ¿Deseará tomar algo?
Luca- ¡Hola Clara!, no por ahora no, tal vez más tarde. Recuerde a las once esta la reunión con los italianos. ¿Le puedo realizar una confesión?
Clara- ¡Pues claro!, dígame con confianza.
Luca (Sin titubear)- ¡Hoy esta más linda que ayer! , le sienta bien el pelo recogido así, además buena elección de fragancia.
Clara (enrojecida, y con temblor en el cuerpo)- ¡Hay las cosas que dice Luca! ¡Gracias!
Luca, se aleja hacia su despacho, pensando quizás si su Mimi era Clara. ¿Y si lo era?, ¿y si nunca se había percatado de eso?
Una vez entrado en su despacho, abrió los ventanales, observo a la gente, le gustaba acechar tras la ventana: el decía que desde allí lo veía todo, las felicidades, y los que es peor aún las infelicidades de la gente, y que además nadie se daba caso omiso de la cuestión.
El día prosiguió con su curso normal, la lentitud de las horas que se consumían pasivamente, Luca espera con augurios el arribo de los italianos, se sabía lo importante que era este negocio para la empresa.
Aunque en esas horas volvió cavilar sobre Clara, en su rostro, en sus manos finas como una gacela, en el rojizo de su pelo, y en su boca que derrochaba sonrisa tímida contagiosa.
Estimando nuevamente tras la ventana vio que pareciese que la ciudad se detenía, la gente se volvía inmóvil por segundos, creía no hallar explicación alguna. Hasta que logro encontrarla: Clara se trasponía en su oficina.
Clara- Llegaron ¡aquí están!
Luca- Bueno, hágalos pasar de prisa. Recuerde Clara hoy será un día glorioso por varios motivos.
Clara- ¿Por varios motivos?, aparte de la llegada de los Fuscenescos, ¿hay presente algún otro motivo para que este día sea glorioso?
Luca- ¡Hay… si los supiera!, no le he contado pero creo que hoy encontré a mi Mimi.
Clara (con notable sonrisa en su pequeño rostro)- Y se puede saber… ¿Esa Mimi que encontró es tan hermosa como la de la ópera de Puccini?
Luca- ¡Es aún más hermosa!, se la voy a describir, aunque es difícil describir a mi Mimi….
Clara- ¿A su Mimi?, ¿ya da por hecho que ella lo aceptará?
Luca- ¡Si que aceptará eso no hay quién me lo niegue! ; Ella es realmente hermosa, tiene un cuerpo que me recuerda a luna de una noche plena sin nubes, con sus manos finas de gacela. Y una voz que invade mi cuerpo hasta lo más profundo logrando no dejarme respirar.
Es que cuando mi Mimi aparece, se detiene el mundo, todo se paraliza y ya nada más existe a mí alrededor. ¿Lo ve?, ¿ve que es ella?, ¿se da cuenta que no hay en la faz del universo otra mujer igual?
Clara (Feliz por lo escucho apenas unos minutos, feliz por saber que esas palabras tenían nombre y apellido: Luca)- Placer oír estas palabras de su voz: ¡yo creo que encontré a mi Marcello también!, él es mi combinación exacta entre la oscuridad de la noche y la llama de la mañana. Este seguro ¡Hoy será un día grandioso!, ¿me permite susurrarle un secreto?, le aseguro ¡hoy Mimi le dirá que si a Marcello!, ¡pero ojo! Es un secreto no se lo cuente a nadie…….
Luca (Con una sonrisa plenamente contagiosa)- ¡Y así será!, ¡no más esperas!, haga pasar a los Fuscenescos cuanto antes Mimi, perdón, Clara.
Clara (Pícaramente)- Como no Marcello ¡hay, perdón!, Luca.
Y los Fuscenescos llegaron, el negocio se produciría prontamente. Luego del saludo formal y cordial se comenzó a declamar sobre la proposición de Giuseppe. En horas culminaría todo, y la empresa de los Fuscenescos quedaría en manos de Luca.
Todo parecía sobrio, nada habría de sobresaltar la calma.
Quizás muchos no se preguntarían de tal venta, ¿a nadie le surgió el interrogante si era solamente un ingenuo negocio económico?, pues ¿lo era?, ¿por que Giuseppe enajenaba todo? ¿Nadie se ha preguntado el por que de la venta?, ¿los Fuscenescos eran personas fiables?, ¿por qué nunca Luca titubeo de ellos?, ¿por tradición familiar? Quién sabe por que....
Y el viernes se estaba por terminar y la operación se realizaría a las cinco en punto de la tarde…….
Continurá....