lunes, 25 de mayo de 2009

Derecha, izquierda, derecha, izquierda: capítulo I

Parecía un paquete, algo exportable. Sin sentido, sin ilusión alguna. Me sentía tan vacía, sumergida en una agobiante soledad. Creo que esa melancolía me acompaña desde siempre supongo. Soy la menor junto con mi gemelo de cinco hermanos: Mariano, Facundo, Inés, Tobías y yo Delfina.
Somos una familia perfecta, lo aparentamos bien. Papá, Roberto, es Médico, mamá, Ana, es Bioquímica.
Todos estudiamos en un colegio bilingüe y el inglés desde chicos nos torturo la cabeza, como lo hacía el francés. Es que mis padres siempre quisieron “chicos bien educados”, aunque si lo pensamos mejor, le sacamos el “educados” y ese “bien” resume todo lo que nuestros primogénitos querían de nosotros.
De chica me obligaron hacer de todo: a los seis comencé con los idiomas, a los meses ya estaba con punteras en los pies. Mi madre me quería ver bailar en el Colón. Me gustaba ese mundo, me gusta, creo.
A Tobías todo le resulto más fácil: el colegio no le costaba (llego ser considerado un genio, en realidad lo es aunque no lo reconozca su inteligencia es insuperable), y no tenía tantas obligaciones, su mundo era el rugby, deporte que olemos desde que nacemos por tradición familiar.
Así y todo el mismo se ponía sus obligaciones y a los siete, un año después que yo, empezó con el piano. Lo maniático que era en la vida lo trasmitía ahí en esas teclas (me llegaría matar si las llamase así, para el eso es intocable, es su obra de arte que cuida como si se asemejase a una esmeralda).
Mis días arrancaban temprano, a las seis ya estaba despierta, seis y treinta era el desayuno de la familia, y alrededor de las siete ya nos dejaba en el colegio papá. Y eso de las cuatro Humberto (el chofer) o mamá nos pasaban a buscar. A las cinco yo ya estaba en el colón con mis punteras puestas y mi rodete tirante en la cabeza, intentando ser una gacela que se desplazaba por el aire.
Siempre vivimos sumergidos en un mundo sin salida como si fuésemos distintas piezas de ajedrez que se mueven solo ahí. Parece una ficción bien contada. Pero es nuestra realidad, lo único verdadero es el club, los amigos, y Astrid ella si real. Aunque también este metida en este mundo abominable.
Siempre escribimos con la derecha la izquierda no es bien vista por estos lados. Cuando tenía quince todavía seguía con mis clases de danza. Ese fue el año al que Juan Bautista, Hacha para los conocidos, lo deje de mirar como un amigo más de Tobías. El fue todo. Y cuando digo todo lo es: mi primer beso, amor, novio. Es y lo seguirá siendo, si subsiste pobre.
Dos años después de conocerlo y a escondidas de nuestras familias iniciamos nuestros caminos hacia otros pensamientos distintos. Digo a escondidas por que mi padre, al igual que el suyo, es de ultranza derecha. Tobías también se sumo a nuestro pensamiento, pero era más arriesgado, siempre admire eso de mi gemelo: nunca temió el que dirán y por eso era a veces considerado un ser querido por muchos y odios por otros tantos, su talento generaba repulsión, su cero demostración de habilidades generaba fastidio para los demás. Y su “rebeldía” era bien vista en la familia.
En mi caso no era lo mismo: sufrí toda mi vida la visión de los ojos delatores esmeralda de mi madre, inclusive hoy que esta a punto de mandar “el paquete” a Londres.
Los cambios de pensamiento siguieron su curso, no temíamos, escuchábamos de todo, y cada vez estaba más de acuerdo de que una de las manos con la yo escribo (por incoherencias de la familia terminé siendo ambidiestra) era la correcta.
Para esto corría el año setenta y tres. Y para esto llego el tiempo de que “nuestros pensamientos” generaran problemas familiares internos. Mi padre se entero de todo de la mano de Fabricio, el progenitor de Juan Bautista.
Todavía recuerdo su cara de furia el día que se entero, pensé hasta en un momento que nos pegaría, en mi mente se vienen los diálogos bien claros:
¿Qué hice para que me hagan esto? ¿No se dan cuenta que esto que piensan es lo peor? Yo no los mande a colegios bilingües para que salgan así.
Y mi madre que la seguía: despreciable, doloroso, fatal, trágico. ¿Y vos Mariano? , el mayor tiene que dar el ejemplo. ¡Ay no me digas que tus ideas son las mismas!
Entonces, la manzana podrida es Mariano. ¿O quién es? No conozco a mis hijos. ¿Quién mierda me los cambió?
Papá tranquilízate. Nadie nos cambió. Crecimos. Sólo eso.
¿Crecimos? Mocosa insolente. Crecieron de estatura, de edad, pero de pensamiento no. Ni uno de los cinco hijos que tengo me salió con el palo derecho. ¡Que vergüenza por favor! Bueno el único no tan contaminado es Facundo, saliste bien.
¿Y vos Tobías?, estas en la mejor universidad para ser médico. Y ahora me traes esto: zurditos en la familia no quiero y no acepto. En un mes todos están afuera de aquí. Londres es lindo lugar. ¿Te parece bien Ana?
No se si esa es la solución cariño…….
¿¡Cómo! que me decís?
Pero….
¡Que pero, y pero! El aire de Londres les hará bien.
En unos meses vuelven derechitos como nos gustan a los dos.
Continuará.

1 comentario:

andcaif1 dijo...

justo tengo vacaciones en 20 días, si es REAL tal como me dices,la tentación de llevarlo a cabo me podría arrastrar...solo quiero que me des una señal para iniciar la ilusión....