miércoles, 25 de febrero de 2009

Nieve en Madrid

Miro la ventana, veo la ciudad, la gente corre, hace frío. Hoy Madrid amaneció con más nieve que ayer. Y yo sólo en mi habitación. Escucho la sonora radió que recomienda utilizar el transporte público. Pues… ¿tendré que dejar el coche, y volver a la época universitaria del metro?, parece que si amigos ya lo dicen también en la tele: “las carreteras se encuentran cortadas”.
Y bueno, un buen abrigo y a salir al mundo. Hoy es ocho de enero. No se por que resalto la fecha del día. Curiosidades supongo.
Mejor dejo de volar los minutos y parto. Camino con mi traje negro impecable (esta vez la tintorería lo ha dejado superior: el azulino oscuro es maravilloso).
Hay tanta gente en la calle, que da gusto pisarla (es extraño hay días que aborrezco la muchedumbre, hoy paradójicamente no, me complace ver de esta manera a Madrid). Amo este lugar, como sus olores y costumbres, y por sobre todo la nieve me genera uno de los mayores placeres de la vida.
Siempre suelo decirle a Andrés (mi entrañable amigo de la facultad) mi repulsión hacia el verano. Claro de hecho, cuando tengo vacaciones en la Financiera, me escapo del calor Madrileño dirigiéndome hacia el otro lado del mundo, para poder capturar los fríos de allí. Aunque nunca son como los de aquí.
Que cosa para resaltar, siempre (o casi) aspiramos huir del lugar en donde nacimos, lo maldecimos hasta cansarnos, pero una vez realizada la partida queremos regresar. No toleramos más que algunos pocos días. Igual es simple, con el trabajo sucede lo mismo, despotricamos contra él pero luego en su ausencia lo reclamamos.
¿Y en el amor sucederá lo mismo?, supongo que si. Yo no toleraba a Julia. ¿Y ahora que?, espero como un loco tonto un mísero llamado de ella. Algo que me diga que se encuentra bien, que le sienta bien Paris, y que él parco ese de Juan Martín la hace feliz. Sólo busco encontrar lo perdido, que resurja de donde se halla marchado aquello que ella sentía por mí. Aunque si lo medito mejor, eso no lo veo en absoluto posible.
¡Hay como se nota que hace mucho he dejado de tomar el metro!, no hay casi espacio para ubicarse aquí. Pero en fin, es cuestión de aguantar algunas estaciones nada más, y antes que perder el tiempo intento leer El País mejor, mientras endulzo mis finos oídos con música.
Sigo: me faltan tres estaciones para llegar a destino y no veo nada llamativo más que rostros cansados. Claro, nada interesante hasta ese instante: manos finas, piel blanca, ojos verde esmeralda, pelo color rojizo claro, cuerpo delgado, y labios rojo carmesí. Una excelente radiografía, que supongo hasta podría calcular su edad: seguramente no llegaría a más de treinta años.
Su fórmula sonaba perfecta, tanto como la música que me acompañaba en mi recorrido.
Vamos, me quedan dos estaciones y aunque sea un miserable e insignificante hola tendría que decirle. Mi cabeza no dejaba de pensar de los distintos temas que podría enumerarle: uno era el frío, siempre es un tema recurrente en estas fechas más con la nevada de la ciudad. Pero no, nada salía y sólo me quedaba una estación más y quién sabe si la podré volver a encontrar en algún sitio.
Con fuerza que se puede:
Hola (con mi voz entrecortada), ¿Qué llena de blancura esta Madrid, verdad?
Ah, ¿Me habla a mí señor?, si esta hermosa. En realidad como siempre pero más aún todavía.
Hay no me diga señor, mejor dígame Javier.
Como usted prefiera: entonces le digo Javier. ¿Y usted me puede decir Amanda?
Vale, le digo Amanda. Hay que pena debo retirarme de aquí. Y casi no pude dialogar con usted.
No se preocupe, seguramente nos encontraremos mañana Javier, aquí a las ocho y treinta. Raro siempre recuerdo a los pasajeros y a usted nunca lo he visto.
Es que me cambiaron de turno, antes entraba a las nueve en el trabajo. ¡Besos!. Nos encontramos mañana a la misma hora y por el mismo metro.
Si mañana.
Baje del metro con una sonrisa dibujada en mi rostro. Pensé en si existen las casualidad, no lo se, supongo que sí ¿no?

Hoy maldecía al tipo del informativo que dijo “las carreteras se encuentran cortadas”. Ahora en cambio, me parece fantástico de que se encuentren llenas de nevisca.

Pd: ¡Desde donde estes para vos Fer!

domingo, 15 de febrero de 2009

Casa frente al mar

Volver, y retomar la pesada rutina. ¿Por qué? Sería tan preciado no regresar a la ciudad. Muchas veces suelo fantasear con una casa frente al mar. En mi imaginario sueño de futuro aparece un gran intenso pasto verde, colmado de árboles inmensos en conjunto con el sol o la lluvia presentándose tras la gigante venta.
El café negro seguro me acompaña, como lo haría sin despegarse en ningún sublime instante: Fake Plastic Trees (Radiohead) o tal vez algún sonido de Ismael Serrano (ahora sólo surge la imagen con el fondo de Un muerto encierras, Caperucita, o Tantas cosas).
Algo que con el tiempo de los días se va desdibujando cada instante más y se desvanece con cada voz, rostro que resurge de ésta densa y aburrida costumbre.
En fin, volvimos aquí estamos.
PD: Mi tiempo de regreso es de hace algunos días más atrás. Pero algo impedía (aún todavía se encuentra) mi escritura.
Rescatable el señor que hace posible el nombre de éste, no se si hermoso, blogg, si el mismo genio, fue elegido por tercer año consecutivo para el Premio Nobel de literatura. Veremos que resulta.
¿Hace falta aclarar de quién hablo?.

De fondo: My Iron Lung

viernes, 23 de enero de 2009

Descanso

En las dulces vacaciones.(secreto: La Lucila del Mar). Mucha lectura, recomendable "Purgatorio".

miércoles, 31 de diciembre de 2008

El año de Carola

Mi año, apareció sin sobresalto. Sin demasiada desmesura. Diría que normal. Con lo típico de todos los años: cena familiar: con papá (en ese momento figuraba en los planes, con la imagen de excelentísimo hombre), mamá (representando el matrimonio de la perfección que todos quieren igualar), hermana, sobrino, marido, tíos, primos (sin presentir algunos abruptos finales), y la infaltable abuela.
Todo comenzó aquel treinta y uno de diciembre, con mesa larga y Facundo sentado frente a mí (eran nuestro momento de charla, el contándome sus cosas yo las mías). Pronto se hicieron velozmente las doce. Y al grito de todos: ¡Feliz Año nuevo!, la playa era testigo: de risas, lágrimas de emoción, de la noche estrellada, del calmo mar iluminado por algún artificio.
Los turrones se desparramaban en nuestras finas bocas. Y el Mantecol se esfumaba por culpa mía y el joven Facundo. Todo sonaba a gracia, hasta que de repente siendo ya las doce y dos minutos suena mi celular. Era un mensaje de texto. En el momento pensé que sería de Lucila, ella es…
¿Cómo definirla?, en realidad creo que somos juntas una linda especie de Thelma y Louise.
Increíblemente pasan los años y todavía perdura la amistad, a veces suelo pensar que es raro para los tiempos que corren….No se si existe un adjetivo preciso para calificarla: loca linda, le sentaría bien….
Pero a diferencia de otros años, alguien le ganaba. Era mensaje de Valentín:
-
¡Hola! ¡Carola buen comienzo de año….por un hermosísimo año, y por más tiempo juntos!
Saludos desde aquí.
PD: ¡No tomes copas de más!, Ja.
Luego, si llego el mensaje de Lucila, y mi respuesta: Esta vez perdiste amiga, ja ¡Feliz Año!, y por otro más: ya perdí la cuenta de cuantos son….
En eso Facundo, atento a todo como siempre:
¿Quién te mando un mensaje tan repentinamente?
Y mi respuesta solo fue: un amigo.
Facundo- ¿Amigo?, yo no creo en la amistad entre el hombre y la mujer.
Yo: Pues yo si que creo.
Facundo- Veremos….
La noche paso, los días también, volvimos de la playa (o mejor dicho aun: volví), por unos días. La ciudad me esperaba con trabajo que debía terminar, para si poder retirarme definitivamente a mis amadas y ansiadas vacaciones. Además algo importante ocurriría: mi Thelma aumentaba un año más (para decoró no diré su edad).
Luego, volvía a aquella playa, la misma que me vio crecer, vivir y sentir. Este año no sería esquivo: ésta sería testigo de muchas cosas., que se pueden enumerar (no se si por orden de importancia, ahora en los finales del año lo dudo):
Mi padre... (Aquí comenzó a desaparecer.). Un tiempo después ya ni figuraría en absoluto.
Valentín (que, como siempre, tenía razón mi primo: la amistad entre el hombre y la mujer no existe jamás).
Mi madre, que comenzaba a descreer en los finales felices.
Mi cabeza que otra vez, por desgracia, retomaría su protagonismo.
Y mis aventuras con Lucila.
Las amadas vacaciones pasaron como un dulce suspiro, casi sin darme cuenta, diría yo….
Prontamente me encontraba en febrero, retomando la rutina, y dándome cuenta de que aquel excelentísimo hombre se esfumaba tras las nubes.
Aunque de igual manera, lo tenía a él, que en su momento logró que yo tampoco me borrase como la tinta, por culpa de mi padre. Si Valentín sirvió para ese tiempo.
Luego, creo que para mejor, él también se batió en retirada. Los dos, no se si por mutuo acuerdo, nos retiramos sin hablar, esa maldita costumbre de la falta de palabras de ambos.
Igual seguí verificando la teoría de Facundo: ¡No existe la amistad entre el hombre y la mujer!
Y el curso del tiempo siguió mes a mes, con algunos cambios lógicos., con felicidades trasmitidas: lindas combinaciones (por no decir excelentes) de música y amigos
El año parecía continuar de forma tranquila, sin sobresaltos (más los ya vividos, que creo no fueron pocos).
Hasta que la palabra metamorfosis, se metió en mi alma una noche. Dejándome atónita ante lo sucedido. En su momento quería saber- o entender- por que el viaje sin retorno de Facundo. Lo medite muchas veces en la cama- pensando la posible respuesta- aunque sabía que no estaría allí. Quién sabe donde encontrarla….Sin embargo, hoy lo veo con algo de nitidez (muy poca, casi nula). Pero algo se vislumbra.
Todo había sucedido tan rápido, ya me encontraba en octubre. Tantas cosas había atravesado, recuerdo las alegres: en mi mente se vienen imagines, que inclusive hoy- me disparan una sonrisa en mi rostro. Si supieran…si Lucila era mi Thelma, Clara y Alejandra no se a que pertenecerían, pero lo que si sabía que eran partes de las alegrías y de las presencias cuando la suerte o la risa era esquiva.
Y aquí estamos llegando a diciembre nuevamente, a los finales, a la fiesta de fin de año. A la mesa larga con la familia completa (bueno corrección: casi completa), el mar siendo testigo. Con mensajes de otros participante, con Ismael (infaltable) sonando de fondo. Con algún texto perdido por ahí de Valentín, hace tiempo que no se nada de él, supongo que se encontrará de para bienes: me alegro por él.
¿Y yo? Con una copa en la mano y mi reloj marcando las 11.58, y meditando: que año ¡ que cambios!.
¡Brindemos!, ¡salud!. Se que nada es lo que era. Pero no importa: estamos para contarlo y eso vale ¿no? Si lo vale. Así que tomemos el champagne que esta excesito…

lunes, 22 de diciembre de 2008

El por que tiene nombre

Amanda(o ¿mamá?), era una mujer altanera, que imponía respeto. Con un humor muy poco frecuente, o quizás casi rozando al negro. Nunca entendí el amor hacía papá (creo que jamás podré decirle Héctor, siempre será sencillamente papá), él era la antítesis de ella. Pero así en su mundo se amaban (¿se amaban?).
En tal caso si no era; sabían simularlo muy bien. Habitaba tanta farsa en la familia…… (Quien sabe el por que) y yo era cómplice de todo eso. Tal vez por eso mi huída.
¿Y por que digo farsa?, para comenzar podría contar la historia de Humberto.
Si del tío un Humberto, para todos había fallecido de un maligno cáncer. Aunque todos sabíamos lo que padecía, tenía HIV (nunca me entere el por que, ¿sería por sus tantas noches de putas?, quien sabe). Todo era secreto de familia, y era algo que jamás debía ser debelado, como todo o casi todo.
Desde niño, viví en ese mundillo de mentiras, poblado de gente falsa. Siempre sentía que el único honrado era papá. En realidad creía que el era también victima de ese nefasto orbe, como yo.
Creo que mencioné muy poco a Víctor. En verdad no hay demasiado para decir de él, nunca logré tener una buena relación (aunque la familia pretendía lo contrario). Ahora, en este preciso momento se estruje mi mente al recordar la palabra con la que reconocía a Alicia cuando ella estaba conmigo: frígida. Odiaba tanto que digiera esa nefasta palabra. Y aún más odie, cuando supe que esa ¿frígida? estaba noviando con mi hermano (si, con aquel que nunca supo tratarla bien).
Alicia siempre fue importante en vida, ella significo la primera mujer con la que estuve y ame (el amor que sentía no lo volví a vivir jamás).
Y también formó parte de lo único alegre de mi despedida (curioso ahora lo veo con gran nitidez ese día). ¿Alegre?, ¿despedida?, ¿día?, ¿nitidez?
Tranquilos, comenzaremos por partes: por horas, minutos y segundos.
Antes que nada, tendré que aclarar un nombre (me resulta irritante y doloroso decirlo, no por el bambino; pobre, si no por sus padres: Joaquín). Sin demasiadas preguntas por favor; el es mi sobrino hijo lamentablemente de Alicia y Víctor. No lo conozco aún, salvo alguna foto de niño pero no en persona. Él tiene cuatro años. Nació a los meses de que yo este aquí .Tal vez sin saberlo; ¿ésta noticia también influyo en mi partida?
Ésta será la primera vez que cuento mi noche anterior a tomar el vuelo a Francia.
Yo estaba en casa, en una típica cena familiar escuchando y siendo partícipe del simulacro que significaba mi partida (los falsos llantos y demás), hasta que de repente decido huir a tomar aire fresco al río. Sin darme cuenta atrás mió también se escapaba Alicia. Al rato llego al río y allí me quedo contemplando la calma de la noche, la luz de las estrellas, mientras un cigarrillo desaparecía de mi boca. Habitaba tanta paz en ese lugar….y yo me encontraba tan feliz realizando mí despida solitariamente, en realidad no tan solitariamente: unos minutos más tarde una mujer alta y flaca se acerca a mi lado. Si, era Alicia. Estaba tan linda ese día….su pollera marcaba su cintura fina que solía tener.
En eso toma un cigarrillo sin decirme una sola palabra. No hacia falta, ella estaba tan triste como yo (quién sabe el por que).
-Alicia: Hay tanta falsedad aquí en tu familia, tanta como la mía. Tienes suerte de escaparte de este sitio.
Por unos segundos al escuchar esto pensé en decirle si quería irse conmigo. Pero no me anime. No se por que suponía que ella diría que no.
Sólo la mire fijamente, hasta que mi cuerpo y mi alma no toleraron estar allí. Bueno, su cuerpo y su alma tampoco. Nos volvimos a mirar (parecía como la primera vez que nos habíamos visto), nos abrazamos, lloramos. Hicimos que nuestros cuerpos fueran solo uno, volvió a existir el placer….
Con sólo pensar en ese instante mis manos se humedecen. Luego existió lo que todos ya conocen: mi partida, mi vida aquí en Francia. Los primeros días fantasee con ese encuentro. Hasta que se desvanecieron con la carta de mi hermano comunicándome que tendría un primogénito. Ese día mi llanto no cesó en todo el día….
En fin, no me resulta grato hablar del tema. Así que aquí le pongo punto final.
Mejor me voy a revisar el correo que me ha llegado hace apenas unas horas.
Seguro hay correspondencia de Buenos Aires: alguna estúpida carta navideña de mi familia.
Mientras lo chequeo, existe algo que me llama la atención y me impacienta: una carta de Alicia (desde los cuatro años que vivo aquí no me ha escrito demasiado), ¿será algo importante?, lo dudo: sólo se tratará de buenos augurios para las fiestas.
Haber…veremos que dice
¡Hola Ernesto! ¿Cómo te encuentras?, sabes que aquí se te extraña demasiado (o por lo menos yo te necesito en gran cantidad). Seguro te preguntarás el motivo de mi carta. Más allá de los buenos saludos para éstas fiestas venideras. El asunto es otro. Algo que no me deja dormitar por las noches, y podría decir que hasta me quita el aire. Junto a la carta enviada te mando una foto de Joaquín. Como te darás cuenta esta grande, hermoso: posee la sonrisa, timidez y los ojos azulinos tuyos. Si cada día que atraviesa se parece cada vez a su padre……..
¿Dije su padre? ¿Hace falta algún tipo de aclaración? Creo que no. Ésta angustia me estaba matando. Ahora ya lo sabes, perdón por dejar pasar estos cuatro miserables años. Nunca pude decirte absolutamente nada. Me despido esperando alguna respuesta tuya .Besos desde tu Argentina querida. Alicia

Y así cortante-como era ella- termino su carta. Disparó una granada sin ningún tipo de explicación. Y yo aquí solitariamente en Francia, pensando en que desde hace cuatro años tengo un bambino y que nunca lo supe. ¿Y ahora?
Ahora me espera las fiestas, pero en familia. Si aunque la deteste, alguien me necesita.
Y ese ser es el por que.
Que desde este instante tiene nombre: Joaquín.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Quien sabe el por que...

A veces medito el por que de estar aquí. El por que encontrarme con el crudo invierno que suele invadir mi soledad.
Pienso en papá (aunque la mayoría de las veces trate de evitarlo), y en mamá sumergida en la tristeza luego de mi partida .Aunque realizando una breve corrección se podría decir que el dolor que tenía su cuerpo no era mi viaje, claro como la mayoría de las cosas.
Raro (o tal vez no tanto, quién sabe el por que) nunca reflexiono sobre Víctor y muchísimo menos sobre Alicia. Es más; para ser exactos es la primera vez que suelo nombrarlos juntos (quién sabe el por que).
Hoy ya va ser cuatro años de mi partida, cuatro ¿ilustres? (no sabría definir si así lo fueron) de horas y meses vividos aquí en Francia. Tal vez ésta sea la causa de mi repentina memoria. Tengo tan presente el día de mi salida de Martínez, un lugar tan querido por mi….
Recuerdo que viaje un primero de diciembre en un vuelo por la mañana, justo un mes después de la ausencia de papá y de los tres meses del alejamiento de Alicia. Aunque en realidad Alicia se había apartado de mí mucho antes, obviamente jamás me percate en esto (quién sabe el por que).
Me fui con la furia contenida, el dolor que estremecía mi vientre. Con el llanto que se asomó apenas tome el vuelo. Y, tal vez lo más horroroso, la indeferencia de mamá y del ultrajante de Víctor.
Esa apatía que me acompaño desde la infancia, y que sólo se sanaba con un poco de papá. Pero claro, él ya no estaba allí para defenderme de ellos.
Para describirme a mi mismo, me podría calificar como un hombre estudioso, prolijo, de muy pocas palabras-a causa de mi excesiva timidez, la que también me generaba que ciertas veces me viera como un ser abominable, despreciable. Creo que nunca tuve una buena imagen de mí. Y si la tuve fueron los años con Alicia. Ella me veía como un hombre perfecto-idotas palabras que me solía decir, y que yo ingenuamente me las creía.
Alicia era una mujer alta, flaca, con un pelo fino como la seda. Su andar hacía paralizar la ciudad. Y su aroma se lograba sentir desde varias cuadras antes que llegara.
La conocí en una fiesta del colegio, en realidad la conocía de antes, pero nunca había logrado poder hablar con ella. Lo tengo tan registrado ese día, y a la vez tan borroso en mi mente (quién sabe el por que).
Bueno en realidad tengo tantas cosas de mi vida que por momentos se ven con una gran nitidez y por otros se muestran como fotos, en donde el enfoque no fue el mejor. Pienso, que mi infancia logra tener estas características, como las logras tener también Amanda (raro en mi o ¿no tan raro?, no puedo decirle madre, ya ahora sólo puedo decirle Amanda) y quién sabe el por que……
Continuara....

domingo, 30 de noviembre de 2008

Laura y su piel

Laura llega, con el calor asemejado a una mañana de enero, a la clínica. Hoy toca a las diez y treinta horas turno con la dermatóloga.
La secretaria, con esa cara de siempre de yo no hice nada, la recibe, le pide de forma inmediata el carnet de la obra social (claro si no pertenecemos al mundo de la prepaga, no existimos para el sistema salud) y le comunica que ella pertenece a la paciente número diez, y que la doctora todavía no ha llegado.
Laura (Con un rostro que muestra poca paciencia) - ¡¿Como?! ¿Diez personas adelante mió?
Secretaria (Con bello rostro que muestra la inoperancia y de nuevo esa imagen de yo no fui)- Si, diez personas. Recuerde que es sin turno señora….
Laura (Crispándose cada vez más)- Perdón, señorita. Y de esa manera con la irritación a flor de piel, que paradoja, se dirigió a esperar su llamado. Luego de sentarse, se dispone de sacar un libro que se hallaba en el fondo de su cartera negra. Así es como aparece en sus manos un bello libro: Las Armas Secretas, del genial
Cortazar.
Todo estaba predispuesto a ser leído, o mejor dicho a terminar el final, que pronto llegaría. Claro esta, una amargura del momento: cuando se encontraba a punto de ojear una de las últimas páginas, es interrumpida por un semejante de pequeña voz fina, pero imparable a la hora de hablar. Lo sabía era imposible leer en aquel ámbito, más bien era mejor contemplar a los sujetos allí sentados.
Y poder observar al anciano que se encontraba sentado justo en frente de ella, con su piel marchita, esperando ser atendido quien sabe con quien, más aun, y de que.
Ahora sobre su izquierda se ubicaba una bella mujer muy alta, grande en edad-en realidad eso era lo que aparentaba- con un bonito niño entre sus brazos, se acomoda y comienza a mover-casi sin parar- su pierna; ella le hacia acordar tanto a su tía Beba. Sentía como si estuviese por un instante en otro lugar y no en aquel sanatorio. Como si se hallaba en la casa de la abuela Adela, tomando el te con leche y la tía sentada allí con su cigarrillo en la mano y su delgada pierna entrecruzada moviéndose continuamente.
Sus ojos se llenaron de lágrimas por un segundo, por un suspiro. Hasta que volvió a la normalidad; al sanatorio y la espera para ser atendida. El tiempo paso como si fuera eterno, pero llego; la doctora pronunció su apellido: Mariota Laura Ana.
Laura- Si aquí estoy.
Doctora- Hola Laura. ¿Qué es lo que te anda pasando?
Laura- ¿No lo percibe?, mire mi cuello, presiento que algo me hizo alergia o volví a estar en la adolescencia otra vez con mis veinte y tres años.
Doctora (entre risa)- No creo que sea este el asunto. ¿Vos estas bien?
Laura- ¿Cómo si estoy bien?, ¿no ve que tengo algo aquí en mi cuello, una marca que no desaparece y me avergüenza profundamente?
Doctora- Lo se, por eso te pregunto si estas bien. Por lo general este tipo de erupciones suelen tener que ver con algo emocional. La piel es, junto con el cerebro, el órgano más sensible.
Laura- Si, sabía. Igual, creo que estoy bien.
Doctora- ¿Cómo crees?, uno lo esta o no. No es cuestión de creer.
Laura- Bueno, hoy es lunes y no es día de psicóloga . Toca los viernes por la tarde. Y creo que aquí vine atenderme con una dermatóloga.
Doctora- Si, no te enojes. Te voy a dar una crema. En una semana se va todo. Igual, de todas formas tranquilízate. Y no te preocupes: todo tiene solución, todo. El amor también
Laura (Más furiosa)- ¡El amor!, ¿que sabe usted si mi problema es el amor?
Doctora- No hace falta que lo digas. Tu rostro esta como el día grisáceo. Tomate este medicamento y la semana que viene nos vemos de nuevo aquí.
Laura salió enojada, con bronca fue a la farmacia. Compro lo que le receto la médica.
Y se detuvo; miro el cielo: empezaba a llover, estaba gris. Se subió al coche, puso música: sonaba Buena suerte y hasta luego de Los Rodríguez.
Justo en ese preciso momento resonaba su celular, vio de quien venía la llamada: pertenecía a Walter, lo atendió y sólo le dijo; hola, buena suerte y hasta luego. Corto y empezó a manejar felizmente por las calles de Lomas, mientras en el cielo la lluvia se entremezclaba con un sol, y volvió a meditar: ¡Seguro que se esta casando una vieja!, mientras su risa aparecía fuertemente en su rostro....