sábado, 30 de mayo de 2009
Derecha, izquierda, derecha, izquierda: Capítulo II. Fin
Lo exportable,ya estaba casi empaquetado. Era nuestra última noche en los Aires Buenos diría, Don Héctor, mi abuelo. Tenía miedo. Todos temíamos por el viaje. La incertidumbre, lo incierto, el desconcierto. Esa fue la noche más cruel de mi vida, en casa había fiesta: un simulacro de despedida para “mis hijos” que se van a “perfeccionar” sus estudios a Londres. Era una noche cálida de primavera, estábamos todos en el jardín grande de casa. Corría la medianoche cuando papá levantó levemente su voz y una copa para pedir un “orgulloso aplauso” para mis “amados y queridos” hijos. Todo era tan irreal, y la tía Claudina que se emocionaba con las palabras de su hermano, sin saber nada, pobre.
Recuerdo que Tobías toco el piano y mientras tocaba lloraba de emoción, diría la abuela Ana, pero no; era de tristeza: Luna se quedaba aquí.
El domingo partimos temprano para Ezeiza todos juntos; “la gran familia” pasamos por el club, los chicos pensaron el nunca más de los martes, jueves, y sábados, de la lluvia, el barro, y de los colores blanco y negro, que jamás volverán a vestir, yo también pensaba en eso. Pensé en mis tardes de punteras y lógico también en hacha.
El avión salió, todos nos fuimos menos Inés. Ella se quedó, pudo no quedar “atrapada”.
Se evaporaron las horas y llegamos a Londres.Siempre soñé con esta ciudad, pero no de esta forma.
Ya hace más de seis meses que estamos acá, y poco se de mis padres. De hacha no tengo noticia alguna. Las cartas que supuestamente me mandó nunca me llegaron.
El tiempo pasó y era nuestra primera navidad solos, alejados de la realidad. Recuerdo esos días todos esperábamos alguna correspondecia, yo de hacha y Tobías de Luna. La cena era trágica, triste, desolada, aunque tenía una mezcla de alquimia de felicidad, no se por que.
Mariano, comunicó que pensaba irse a Barcelona, por la oferta de trabajo y para seguir a Mía, la catalana que conoció aquí. Me puso contenta saber que intentaba ser feliz en este mundo; ¿por que yo no podía?
El tiempo que tenía me dedique a estudiar, y así logre terminar mi carrera de Socióloga, al mismo tiempo mataba mis horas con la danza, daba clases, mal pagas, en un instituto. Tobías se recibió con honores de médico. Siempre pensamos en lo lindo que hubiese sido la presencia de nuestros padres aquí, en estos momentos.
Mis noches no eran alegres, mis hermanos, podían matarlas con alcohol, yo no tomaba, sólo me consumía algún que otro cigarrillo en los momentos más desesperante.
De Argentina me enteraba lo que pasaba por Inés, ella intentó militar pero dejó para que papá no se enfurezca. Nosotros seguíamos igual. Nuestras ideas seguían intactas, como la primera vez, y yo seguía escribiendo cada vez más con la mano izquierda.
Mariano se fue, y Tobías también se mudo hacia Paris, había conocido una bella parisina que, a juzgar por la primera impresión, físicamente era realmente un gran espejo de Luna, pero se enojaba cuando le decía eso.
Así que quede sola con Facundo.
Era un martes cuando me levante temprano para ir a la editorial (gracias al título, opinaba sobre sociología en un periódico de aquí), y mientras me armaba el bolso (ya que ese día también daba clases a la tarde/noche de danzas) Facundo me preparaba un café antes de partir él para su trabajo.
Justo cuando me estaba por ir me llega una carta, venía desde Italia.Era de hacha, mi emoción fue insuperable, hacía cuatro años que no sabía nada de él. Temía abrirla, lloraba, gritaba, temía saber que seguro se había casado, y que tendría una fantástica familia. Dude. La deje sobre la mesa al lado del café recién tomado y me fui. Ya en el ascensor pensé que no podría aguantarme la espera, y que por más cruel que sea me tenía en que enterar. Así fue que volví. Entre saltos y corridas llegue de nuevo a casa. Me senté y con lentitud abrí el sobre, mientras corrían lágrimas en mis ojos.
La carta comenzaba con un te amo, un punto, y diciéndome “se que odias lo cursi”. En ese momento lloraba más aún, leí todo, me enteré de sus vida, de su tiempo, del por que no me mandaba cartas (en realidad no lo dejaban), de sus años en la Argentina torturados con la dictadura, y su padre. Y de su año en Italia. Me enteré de Rosa, y me enteré que no era lo mismo, que sus labios no eran como los míos, y su piel menos.
Me enteré que deseaba verme, encontrarme, y ponerles nombre a todos sus hijos, a los nuestros. Llore sin parar, y con dolor de alegría le dije que yo también quería verlo. Lo extrañaba, lo deseaba, lo anhelaba.
Al tiempo nos vimos, le agradecimos a Tobías por nuestro encuentro (gracias a él hoy yo estoy con el amor enfrente de mis ojos).
A los meses, el se vino a vivir aquí. Facundo se fue. De Argentina sabíamos poco: papá y mamá nos escribían cada tanto, siempre pienso en las palabras de ellos “la corrección que querían hacer de nosotros” le salió mal, nunca más los vimos.Y nuestros ideales, y sueños seguían siendo los mismo. Aunque ahora todos preferíamos Europa.
Inés, me avisó por carta que tendría gemelos (si, otros más en la familia), que mamá estaba igual que siempre y que papá también,aunque lo notaba algo cansado.
Al año siguiente, creo que era viernes si mal no recuerdo, llega otra correspondencia de Buenos Aires, pensaba que sería la noticia del nacimiento de Camilo y Lucila, pero el escrito decía que había fallecido papá, así de forma abrupta, ràpidamente. Curioso, al enterarme de la noticia no llore, grite. Me comunique con mis hermanos. Y en horas todos estábamos volando hacía al mismo lugar en donde nuestra familia nos había echado. Llegamos a casa, mamá se emocionó al vernos, lloraba muchísimo. Nosotros parecíamos algo amorfo sin corazón, nadie derramó una mísera lágrima. Lo velamos aquí en San Isidro, y estaban todos los conocidos, simulamos dolor, como siempre, éramos los cinco rodeando el cuerpo de ese ser que nos había engendrado. Aguantamos unas horas. No demasiado tiempo. Era paradójico la familia se había unido en esa situación.
Volvimos al caserón y mamá nos pregunto si queríamos algún te. Nadie respondía. Todo era silencio. Hasta que alguien hablo. Y fue Tobías quién dijo:
No, gracias se te va ensuciar la taza de porcelana que tanto adoras.
Se levanto y tras él todos. Y así fue que nos retiramos los “los nenes bien educados”. Y ahí quedo desolada, inmensa en su mundo nuestra querida madre. Nadie volvió tras ella.
lunes, 25 de mayo de 2009
Derecha, izquierda, derecha, izquierda: capítulo I
Parecía un paquete, algo exportable. Sin sentido, sin ilusión alguna. Me sentía tan vacía, sumergida en una agobiante soledad. Creo que esa melancolía me acompaña desde siempre supongo. Soy la menor junto con mi gemelo de cinco hermanos: Mariano, Facundo, Inés, Tobías y yo Delfina.
Somos una familia perfecta, lo aparentamos bien. Papá, Roberto, es Médico, mamá, Ana, es Bioquímica.
Todos estudiamos en un colegio bilingüe y el inglés desde chicos nos torturo la cabeza, como lo hacía el francés. Es que mis padres siempre quisieron “chicos bien educados”, aunque si lo pensamos mejor, le sacamos el “educados” y ese “bien” resume todo lo que nuestros primogénitos querían de nosotros.
De chica me obligaron hacer de todo: a los seis comencé con los idiomas, a los meses ya estaba con punteras en los pies. Mi madre me quería ver bailar en el Colón. Me gustaba ese mundo, me gusta, creo.
A Tobías todo le resulto más fácil: el colegio no le costaba (llego ser considerado un genio, en realidad lo es aunque no lo reconozca su inteligencia es insuperable), y no tenía tantas obligaciones, su mundo era el rugby, deporte que olemos desde que nacemos por tradición familiar.
Así y todo el mismo se ponía sus obligaciones y a los siete, un año después que yo, empezó con el piano. Lo maniático que era en la vida lo trasmitía ahí en esas teclas (me llegaría matar si las llamase así, para el eso es intocable, es su obra de arte que cuida como si se asemejase a una esmeralda).
Mis días arrancaban temprano, a las seis ya estaba despierta, seis y treinta era el desayuno de la familia, y alrededor de las siete ya nos dejaba en el colegio papá. Y eso de las cuatro Humberto (el chofer) o mamá nos pasaban a buscar. A las cinco yo ya estaba en el colón con mis punteras puestas y mi rodete tirante en la cabeza, intentando ser una gacela que se desplazaba por el aire.
Siempre vivimos sumergidos en un mundo sin salida como si fuésemos distintas piezas de ajedrez que se mueven solo ahí. Parece una ficción bien contada. Pero es nuestra realidad, lo único verdadero es el club, los amigos, y Astrid ella si real. Aunque también este metida en este mundo abominable.
Siempre escribimos con la derecha la izquierda no es bien vista por estos lados. Cuando tenía quince todavía seguía con mis clases de danza. Ese fue el año al que Juan Bautista, Hacha para los conocidos, lo deje de mirar como un amigo más de Tobías. El fue todo. Y cuando digo todo lo es: mi primer beso, amor, novio. Es y lo seguirá siendo, si subsiste pobre.
Dos años después de conocerlo y a escondidas de nuestras familias iniciamos nuestros caminos hacia otros pensamientos distintos. Digo a escondidas por que mi padre, al igual que el suyo, es de ultranza derecha. Tobías también se sumo a nuestro pensamiento, pero era más arriesgado, siempre admire eso de mi gemelo: nunca temió el que dirán y por eso era a veces considerado un ser querido por muchos y odios por otros tantos, su talento generaba repulsión, su cero demostración de habilidades generaba fastidio para los demás. Y su “rebeldía” era bien vista en la familia.
En mi caso no era lo mismo: sufrí toda mi vida la visión de los ojos delatores esmeralda de mi madre, inclusive hoy que esta a punto de mandar “el paquete” a Londres.
Los cambios de pensamiento siguieron su curso, no temíamos, escuchábamos de todo, y cada vez estaba más de acuerdo de que una de las manos con la yo escribo (por incoherencias de la familia terminé siendo ambidiestra) era la correcta.
Para esto corría el año setenta y tres. Y para esto llego el tiempo de que “nuestros pensamientos” generaran problemas familiares internos. Mi padre se entero de todo de la mano de Fabricio, el progenitor de Juan Bautista.
Todavía recuerdo su cara de furia el día que se entero, pensé hasta en un momento que nos pegaría, en mi mente se vienen los diálogos bien claros:
¿Qué hice para que me hagan esto? ¿No se dan cuenta que esto que piensan es lo peor? Yo no los mande a colegios bilingües para que salgan así.
Y mi madre que la seguía: despreciable, doloroso, fatal, trágico. ¿Y vos Mariano? , el mayor tiene que dar el ejemplo. ¡Ay no me digas que tus ideas son las mismas!
Entonces, la manzana podrida es Mariano. ¿O quién es? No conozco a mis hijos. ¿Quién mierda me los cambió?
Papá tranquilízate. Nadie nos cambió. Crecimos. Sólo eso.
¿Crecimos? Mocosa insolente. Crecieron de estatura, de edad, pero de pensamiento no. Ni uno de los cinco hijos que tengo me salió con el palo derecho. ¡Que vergüenza por favor! Bueno el único no tan contaminado es Facundo, saliste bien.
¿Y vos Tobías?, estas en la mejor universidad para ser médico. Y ahora me traes esto: zurditos en la familia no quiero y no acepto. En un mes todos están afuera de aquí. Londres es lindo lugar. ¿Te parece bien Ana?
No se si esa es la solución cariño…….
¿¡Cómo! que me decís?
Pero….
¡Que pero, y pero! El aire de Londres les hará bien. En unos meses vuelven derechitos como nos gustan a los dos.
Continuará.
Somos una familia perfecta, lo aparentamos bien. Papá, Roberto, es Médico, mamá, Ana, es Bioquímica.
Todos estudiamos en un colegio bilingüe y el inglés desde chicos nos torturo la cabeza, como lo hacía el francés. Es que mis padres siempre quisieron “chicos bien educados”, aunque si lo pensamos mejor, le sacamos el “educados” y ese “bien” resume todo lo que nuestros primogénitos querían de nosotros.
De chica me obligaron hacer de todo: a los seis comencé con los idiomas, a los meses ya estaba con punteras en los pies. Mi madre me quería ver bailar en el Colón. Me gustaba ese mundo, me gusta, creo.
A Tobías todo le resulto más fácil: el colegio no le costaba (llego ser considerado un genio, en realidad lo es aunque no lo reconozca su inteligencia es insuperable), y no tenía tantas obligaciones, su mundo era el rugby, deporte que olemos desde que nacemos por tradición familiar.
Así y todo el mismo se ponía sus obligaciones y a los siete, un año después que yo, empezó con el piano. Lo maniático que era en la vida lo trasmitía ahí en esas teclas (me llegaría matar si las llamase así, para el eso es intocable, es su obra de arte que cuida como si se asemejase a una esmeralda).
Mis días arrancaban temprano, a las seis ya estaba despierta, seis y treinta era el desayuno de la familia, y alrededor de las siete ya nos dejaba en el colegio papá. Y eso de las cuatro Humberto (el chofer) o mamá nos pasaban a buscar. A las cinco yo ya estaba en el colón con mis punteras puestas y mi rodete tirante en la cabeza, intentando ser una gacela que se desplazaba por el aire.
Siempre vivimos sumergidos en un mundo sin salida como si fuésemos distintas piezas de ajedrez que se mueven solo ahí. Parece una ficción bien contada. Pero es nuestra realidad, lo único verdadero es el club, los amigos, y Astrid ella si real. Aunque también este metida en este mundo abominable.
Siempre escribimos con la derecha la izquierda no es bien vista por estos lados. Cuando tenía quince todavía seguía con mis clases de danza. Ese fue el año al que Juan Bautista, Hacha para los conocidos, lo deje de mirar como un amigo más de Tobías. El fue todo. Y cuando digo todo lo es: mi primer beso, amor, novio. Es y lo seguirá siendo, si subsiste pobre.
Dos años después de conocerlo y a escondidas de nuestras familias iniciamos nuestros caminos hacia otros pensamientos distintos. Digo a escondidas por que mi padre, al igual que el suyo, es de ultranza derecha. Tobías también se sumo a nuestro pensamiento, pero era más arriesgado, siempre admire eso de mi gemelo: nunca temió el que dirán y por eso era a veces considerado un ser querido por muchos y odios por otros tantos, su talento generaba repulsión, su cero demostración de habilidades generaba fastidio para los demás. Y su “rebeldía” era bien vista en la familia.
En mi caso no era lo mismo: sufrí toda mi vida la visión de los ojos delatores esmeralda de mi madre, inclusive hoy que esta a punto de mandar “el paquete” a Londres.
Los cambios de pensamiento siguieron su curso, no temíamos, escuchábamos de todo, y cada vez estaba más de acuerdo de que una de las manos con la yo escribo (por incoherencias de la familia terminé siendo ambidiestra) era la correcta.
Para esto corría el año setenta y tres. Y para esto llego el tiempo de que “nuestros pensamientos” generaran problemas familiares internos. Mi padre se entero de todo de la mano de Fabricio, el progenitor de Juan Bautista.
Todavía recuerdo su cara de furia el día que se entero, pensé hasta en un momento que nos pegaría, en mi mente se vienen los diálogos bien claros:
¿Qué hice para que me hagan esto? ¿No se dan cuenta que esto que piensan es lo peor? Yo no los mande a colegios bilingües para que salgan así.
Y mi madre que la seguía: despreciable, doloroso, fatal, trágico. ¿Y vos Mariano? , el mayor tiene que dar el ejemplo. ¡Ay no me digas que tus ideas son las mismas!
Entonces, la manzana podrida es Mariano. ¿O quién es? No conozco a mis hijos. ¿Quién mierda me los cambió?
Papá tranquilízate. Nadie nos cambió. Crecimos. Sólo eso.
¿Crecimos? Mocosa insolente. Crecieron de estatura, de edad, pero de pensamiento no. Ni uno de los cinco hijos que tengo me salió con el palo derecho. ¡Que vergüenza por favor! Bueno el único no tan contaminado es Facundo, saliste bien.
¿Y vos Tobías?, estas en la mejor universidad para ser médico. Y ahora me traes esto: zurditos en la familia no quiero y no acepto. En un mes todos están afuera de aquí. Londres es lindo lugar. ¿Te parece bien Ana?
No se si esa es la solución cariño…….
¿¡Cómo! que me decís?
Pero….
¡Que pero, y pero! El aire de Londres les hará bien. En unos meses vuelven derechitos como nos gustan a los dos.
Continuará.
jueves, 14 de mayo de 2009
Pasión y Amor
María Pía entra a la clase de filosofía cansada esperando la llegada pronto del profesor, ya son las seis y cuarto de la tarde. Su cabeza retumba demasiado, hoy hubo mucho trabajo en la oficina.
Se sienta en la primera fila de bancos-aunque no se si son precisamente bancos- en fin: toma asiento allí. Mira a su alrededor y nada le llama la atención sólo atina a dejar un bolso de su sector derecho para cuando llegue su amiga Delfina. Los minutos se consumen, como se evaporaba el agua del te de anoche. Y el viejo encorvado que no llegaba y ya son y media. Siempre impuntual.
Sebastián esta subiendo la escalera, también esta agobiado, mucho trabajo tal vez, quizás. Busca con esmero el aula 202, entra. Ella, sigue con su radio sintonizada justo en dial de siempre.
Esteban también ingresa a esa misma aula. Llega, se detiene mira a Pía y continúa su camino para el fondo. Ella no percate en él. Ni registra que alguien se halla parado en su frente
Solo escucha una voz que le pregunta ¿aquí esta ocupado?, ella con esmero, nerviosa, contesta que no, y en forma tartamuda, dice que ya guardó lugar para su amiga.
Su mente corría tan veloz, y todo lo que sucediere ese momento no sería percibido por ella. Hasta ni sabía si lograría escuchar o entender al viejo Cafiolo. Sus pensamientos eran fotos, y más fotos, con Real Love sonando de fondo. Y con la tarde-noche de ayer y la despedida definitiva de Emiliano, después de cinco años, se había llegado a lo crudo del adiós.
Sebastián también estaba como en otro mundo, no en la clase, eran dos que sólo físicamente se hallaban ahí. Tal vez, él sufrió lo mismo que Pía. Tal vez, vivió la despedida. ¿Por qué son amargas, crudas, y llenas de gotas en los ojos?, ¿Por qué nos cuesta dejar tanto a alguien?, ¿Por qué si sabemos que no funciona seguimos intentando?, ¿Será por los años?, ¿Nos acostumbramos a estar siempre iguales?
Muchas preguntas en donde las respuesta, no se encontraban entre ellos dos.
Delfina, llego. Y Cafiolo tras ella.
Las palabras del viejo sonaban y resonaban. Ellos escribían de forma casi autómata, sin parar.
Pero nada de lo traspasado a los papeles era entendido. Pía seguía pensando en el café del atardecer de ayer con Emiliano. Pensaba, en por que le costó darse cuenta tan tarde que él no era a quién amaba. Sebastián corría su mente en que había hecho mal para terminar así con Lucila, aunque lo pensó mejor y supo: eso no era amor, quizás pasión. La pasión y el amor son cosas muy distintas.
Y atrás de ellos: Esteban, otro que tampoco estaba en sintonía con la clase. Y que solo se imaginaba el día que un Hola para él saliera de la boca de Pía.
El profesor dejó de hablar, y atinó a decir que sólo existía quince minutos de descanso. Por suerte.
Delfina empezó hablar sin parar, casi como siempre: del trabajo, de lo bien que esta con Manuel y demás cosas. Hasta que se dio cuenta. Ella no era escuchada.
-¿Te pasa algo? No te noto bien.
-Acá estoy termine con Emiliano. Se que lo tenía que hacer. Pero duele.
-Es lo mejor, ya sabes mi opinión.
- Si, lo se.
Sebastián sentado allí escuchó sin querer(a veces queriendo).
Y sólo le dijo:
-Aunque duela, siempre es mejor.
-¿Perdón?
- Ah, si perdón, me presento mi nombre es Sebastián. No quería opinar, pero se del caso, bastante.
- Gracias, y acepto tus disculpas y consejos. Mi nombre es María Pía. O Pía a secas. Como guste. Raro, nunca te registre en clase, y hace ya dos meses que curso.
-Yo tampoco, siempre vine a esta aula.
- Perdón que sea entrometida, ¿vos también padeciste una cruda despedida alguna vez?.
-Si ayer, mi atardecer-noche fue triste como el día. Aunque si lo pienso mejor, cuando llegue a casa la lluvia había cesado, y el cielo estaba colmado de estrellas.
- ¿Vos crees que eso es buena señal?
- No lo se, pero lo único que sabía es que Lucila no era para mí.
-Bueno somos dos, Emiliano tampoco me pertenecía. Yo no era feliz.
-Yo todavía pienso ¿Cómo no te vislumbre antes?
-¿Sería que ellos no nos dejarían ver más allá de sus cuerpos?
- Tal vez.
Pía queda en silenció. Por primera vez sentía que había alguien más a parte de Emiliano. Sebastián también sentía exactamente los mismo.
Esteban miraba toda la situación con tristeza, con dolor en su vientre, con desgano.
El viejo encorvado llegó nuevamente. Siguió dictando la clase.
Ellos escucharon con atención, los mundos ahora eran el aula 202, para Estaban no, su mundo seguía siendo Pía. Aunque los amores cobarde nunca llegan amores, el siempre tendrá un hilo de ilusión.
La clase terminó, y con ella la despedida, pero diferente. Pía y Sebastián se a notaron sus teléfonos.
Tal vez, ahí este la fusión de la pasión y el amor, quizás. Quién sabe.
martes, 28 de abril de 2009
¿Donde Vivis?
¿Realidad o irrealidad?, ¿Dónde vives? Ah, si en ese país que esta lejos, si ese, ese, que se ve en el mapa que es larguito. ¿Lo conoces? , no. Sólo por fotos. Parece lindo.
No, parece ES lindo. Y dicen que la gente es muy agradable. Si, lo es.
¿Te cuento algo? Dale. Mira si me da gusto y me voy para allá. Acá la crisis me esta matando.
Es hermoso: tiene todos los tipos de clima, muchos paisajes diferentes.
Y rescató por sobre todo: la gente es muy correcta, amable, dueños de una tranquilidad envidiable. Y ni hablar de los que están arriba nuestro: pertenecen a un grupo de gente de transparencia (no vista en casi ningún lugar del mundo).
¿De verdad? Si de verdad ¿no me crees? Fíjate: ahora estamos de elecciones y no sabes la variedad de gente que hay para votar, y uno no sabe con cual quedarse todos tienen muchas propuestas, y buenas, muy buenas.
Y lo más original de todo (esto si que no pasa en cualquier lado): hay candidatos ausentes. ¿Cómo candidatos ausentes? Claro, los votas, pero después se esfumaron y no están: ¿no es realmente novedoso? Si la verdad, si.
Después hay otros que se van de donde trabajaban, pero ¡ojo, no rápidamente después de las elecciones!, sino dos años o por ahí: no terminan lo que cumplen, pero bueno, según ellos, ella (que no sabes como parla, no para en una entrevista) lo ve bien.
Yo no lo veo tan así, pero seguro estaré loca.
Otra cuestión que funciona muy bien: son las predicciones. No sabes lo que tenemos: una rubia, con mucho sol pleno, de gran tamaño: te adivina todo los problemas
¡Que bueno!, entonces segurísimo tiene las soluciones de los inconveniente. Nooo, eso no le sale correcto, no sabe pobre, es que el sol pleno, le afecta el cerebro.
Y lo último, de lo último: no sabes las visitas que tenemos. ¿Quines son?
Unos bichitos, mosquitos, llamados dengue. Pican de una manera. Y también hay grandes personas: divinas: se llaman delincuentes: no se si a veces están vestidos de azul o negro, y tienen una gorra que tiene unas inscripciones.
No siempre, hay otros “delincuentes”, es que se dividen por rangos y ahora (gracias a tatuaje en el cuello, familia numerosa y de buen apellido) por zonas. ¡Es fantástico!
La verdad como me lo estas retratando, me gusta, aparte se nota que no hay crisis ¿no? Ah no, para la señora colágeno en los labios: ¡vamos bien!, aunque todos sentimos que caminamos una cuadra y retrocedemos diez.
Igual no te preocupes: ¡algún día va a mejorar!, ¿estas seguro? A seguro se lo llevo un mosquito junto con una gripe Mexicana……
No, parece ES lindo. Y dicen que la gente es muy agradable. Si, lo es.
¿Te cuento algo? Dale. Mira si me da gusto y me voy para allá. Acá la crisis me esta matando.
Es hermoso: tiene todos los tipos de clima, muchos paisajes diferentes.
Y rescató por sobre todo: la gente es muy correcta, amable, dueños de una tranquilidad envidiable. Y ni hablar de los que están arriba nuestro: pertenecen a un grupo de gente de transparencia (no vista en casi ningún lugar del mundo).
¿De verdad? Si de verdad ¿no me crees? Fíjate: ahora estamos de elecciones y no sabes la variedad de gente que hay para votar, y uno no sabe con cual quedarse todos tienen muchas propuestas, y buenas, muy buenas.
Y lo más original de todo (esto si que no pasa en cualquier lado): hay candidatos ausentes. ¿Cómo candidatos ausentes? Claro, los votas, pero después se esfumaron y no están: ¿no es realmente novedoso? Si la verdad, si.
Después hay otros que se van de donde trabajaban, pero ¡ojo, no rápidamente después de las elecciones!, sino dos años o por ahí: no terminan lo que cumplen, pero bueno, según ellos, ella (que no sabes como parla, no para en una entrevista) lo ve bien.
Yo no lo veo tan así, pero seguro estaré loca.
Otra cuestión que funciona muy bien: son las predicciones. No sabes lo que tenemos: una rubia, con mucho sol pleno, de gran tamaño: te adivina todo los problemas
¡Que bueno!, entonces segurísimo tiene las soluciones de los inconveniente. Nooo, eso no le sale correcto, no sabe pobre, es que el sol pleno, le afecta el cerebro.
Y lo último, de lo último: no sabes las visitas que tenemos. ¿Quines son?
Unos bichitos, mosquitos, llamados dengue. Pican de una manera. Y también hay grandes personas: divinas: se llaman delincuentes: no se si a veces están vestidos de azul o negro, y tienen una gorra que tiene unas inscripciones.
No siempre, hay otros “delincuentes”, es que se dividen por rangos y ahora (gracias a tatuaje en el cuello, familia numerosa y de buen apellido) por zonas. ¡Es fantástico!
La verdad como me lo estas retratando, me gusta, aparte se nota que no hay crisis ¿no? Ah no, para la señora colágeno en los labios: ¡vamos bien!, aunque todos sentimos que caminamos una cuadra y retrocedemos diez.
Igual no te preocupes: ¡algún día va a mejorar!, ¿estas seguro? A seguro se lo llevo un mosquito junto con una gripe Mexicana……
sábado, 18 de abril de 2009
¿Sos feliz?
¿Quién podría afirmar que una eternidad de dicha puede compensar un instante de dolor humano? Albert Camus.
El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices. F. Nietzsche
El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices. F. Nietzsche
sábado, 4 de abril de 2009
Hoja en blanco, Cronopios
La hoja esta en blanco. Estoy, como suelo estar siempre, en el café de la esquina. Miro tras la ventana. Aunque en realidad no observo absolutamente nada, mi mente también está del papel que no posee aún ningún manchón de tinta.
Ando dando vueltas con libros, apuntes, anotaciones. Me acompañan como si fueran ya parte de mi cartera. Están ahí no saben escaparse. Pienso en los pobres Cronopios: entran en la cartera, salen: respiran, y vuelven a ingresar. Amanda, amiga entrañable, suele decirme vos y tus cronopios….
En realidad, es yo y Cortázar.
En fin, otra vez perdí la cuenta de lo que intentaba contar, si otra vez. Es que este hombre me hace perder las cuentas muy a menudo. Cierto lo recordé: tenía la hoja en blanco. Sigue así.
Espero el café. Ahí llegó. Se lo ve lindo: negrito acompañado de una gota de leche.
¡Cuanta gente corre por las calles! Hace frío y para bienes llueve.
Y otra vez…me quede en el tiempo, y otra vez no recuerdo.
A si claro, la hoja en blanco persiste sin un gramo de tinta. ¿Por que hoy me cuesta tanto volcar algo si a veces me es tan simple?
Podría citar alguna historia de Amanda, siempre son recurrente sus delirios con algo de invento llegaría a buen puerto, y así por lo menos el diario quedaría conforme.
Desde que escribo en el periódico- cosa de hace veinte y cinco años- jamás me ha sucedido tener este vació que tengo en este instante. Es más el último escrito realizado por Adéle, o sea yo, recibió muy buenas críticas. Podría explicar- otra vez- el origen de mi nombre. Y el mismo cuento: Mi padre era Francés, mi madre Argentina y así.... No, ya de sólo pensarlo me aburro.
¡Vamos algo de esta, pequeña e inescrupulosa, mente tiene que salir! A ya se: vuelvo al género de terror, recordando a mí amado “El corazón delator”. Que bello escrito. Y otra vez: nada. La hoja sigue exactamente igual que antes, o lo que es peor aún, ya pasó una hora y voy por mi segundo negrito con una gota de leche.
Bueno, miremos a ver que tenemos alrededor: un hombre seductor con traje azul oscuro, ojos de color gris, pelo castaño claro engominado. Parece lindo. Aunque no es mi estilo (en mi estilo los hombres no son tan impecables) Alberto no es perfecto, pero combina bastante bien a mi gusto. Mejor dejemos ese tema acá. Sigamos… ¿que más hay para ver? La vieja que se sienta en el fondo: una ricachona solterona que viene siempre a buscar a quién sabe que. Parece que espera unas horas a alguien y se retira con sus joyas, sacos de piel, y esa boca de rojo furioso.
Como vemos, nada fluye y tengo que entregar algo a este estúpido diario. Hace más de un año que quisiera dejar de escribir allí. Pero según el director la gente lo pide y no quiere mi ausencia. ¿En que les cambiaría si yo no estoy allí?, o mejor dicho si mis historia no están presentes. En absolutamente nada.
No suelo ponerme en el lugar de ellos. Tal vez les pasaría lo que a mi me pasa con los cronopios (aunque nunca este y estaré a esa altura) pueden volar la imaginación y leer algo distinto. Más después de ver las porquerías de noticias que nos trae este mísero país.
Y encima ahora que hay elecciones para elegir al menos peor. Hasta altura ya los diarios suelen ser abominables, como los noticiosos, como los políticos (es la palabra más espantosa que existe) como el mundo, como todo.
Un nene se me acerca, me regala (en realidad hay que sacar monedas) una rosa. Le pregunto si comió. Me dice que no. Le pido a José- el mozo- un café con leche y tres medialunas.
Le digo si le gusta dibujar, me dice que si. Entonces le doy mi hoja en blanco. Y me hace un hermoso dibujo. Le agradezco. Me agradece su merienda. Se va.
Lógicamente no es la perfección el dibujo, todo lo contrario. Pero sirve. Hoy en la anteúltima hoja del diario va un dibujo. A la gente le va gustar. Mirarlo también los hará volar como con mis escritos. Y por suerte la hoja ya no esta en blanco .Aunque ahora no tenga tinta si no lápices de colores.
Ando dando vueltas con libros, apuntes, anotaciones. Me acompañan como si fueran ya parte de mi cartera. Están ahí no saben escaparse. Pienso en los pobres Cronopios: entran en la cartera, salen: respiran, y vuelven a ingresar. Amanda, amiga entrañable, suele decirme vos y tus cronopios….
En realidad, es yo y Cortázar.
En fin, otra vez perdí la cuenta de lo que intentaba contar, si otra vez. Es que este hombre me hace perder las cuentas muy a menudo. Cierto lo recordé: tenía la hoja en blanco. Sigue así.
Espero el café. Ahí llegó. Se lo ve lindo: negrito acompañado de una gota de leche.
¡Cuanta gente corre por las calles! Hace frío y para bienes llueve.
Y otra vez…me quede en el tiempo, y otra vez no recuerdo.
A si claro, la hoja en blanco persiste sin un gramo de tinta. ¿Por que hoy me cuesta tanto volcar algo si a veces me es tan simple?
Podría citar alguna historia de Amanda, siempre son recurrente sus delirios con algo de invento llegaría a buen puerto, y así por lo menos el diario quedaría conforme.
Desde que escribo en el periódico- cosa de hace veinte y cinco años- jamás me ha sucedido tener este vació que tengo en este instante. Es más el último escrito realizado por Adéle, o sea yo, recibió muy buenas críticas. Podría explicar- otra vez- el origen de mi nombre. Y el mismo cuento: Mi padre era Francés, mi madre Argentina y así.... No, ya de sólo pensarlo me aburro.
¡Vamos algo de esta, pequeña e inescrupulosa, mente tiene que salir! A ya se: vuelvo al género de terror, recordando a mí amado “El corazón delator”. Que bello escrito. Y otra vez: nada. La hoja sigue exactamente igual que antes, o lo que es peor aún, ya pasó una hora y voy por mi segundo negrito con una gota de leche.
Bueno, miremos a ver que tenemos alrededor: un hombre seductor con traje azul oscuro, ojos de color gris, pelo castaño claro engominado. Parece lindo. Aunque no es mi estilo (en mi estilo los hombres no son tan impecables) Alberto no es perfecto, pero combina bastante bien a mi gusto. Mejor dejemos ese tema acá. Sigamos… ¿que más hay para ver? La vieja que se sienta en el fondo: una ricachona solterona que viene siempre a buscar a quién sabe que. Parece que espera unas horas a alguien y se retira con sus joyas, sacos de piel, y esa boca de rojo furioso.
Como vemos, nada fluye y tengo que entregar algo a este estúpido diario. Hace más de un año que quisiera dejar de escribir allí. Pero según el director la gente lo pide y no quiere mi ausencia. ¿En que les cambiaría si yo no estoy allí?, o mejor dicho si mis historia no están presentes. En absolutamente nada.
No suelo ponerme en el lugar de ellos. Tal vez les pasaría lo que a mi me pasa con los cronopios (aunque nunca este y estaré a esa altura) pueden volar la imaginación y leer algo distinto. Más después de ver las porquerías de noticias que nos trae este mísero país.
Y encima ahora que hay elecciones para elegir al menos peor. Hasta altura ya los diarios suelen ser abominables, como los noticiosos, como los políticos (es la palabra más espantosa que existe) como el mundo, como todo.
Un nene se me acerca, me regala (en realidad hay que sacar monedas) una rosa. Le pregunto si comió. Me dice que no. Le pido a José- el mozo- un café con leche y tres medialunas.
Le digo si le gusta dibujar, me dice que si. Entonces le doy mi hoja en blanco. Y me hace un hermoso dibujo. Le agradezco. Me agradece su merienda. Se va.
Lógicamente no es la perfección el dibujo, todo lo contrario. Pero sirve. Hoy en la anteúltima hoja del diario va un dibujo. A la gente le va gustar. Mirarlo también los hará volar como con mis escritos. Y por suerte la hoja ya no esta en blanco .Aunque ahora no tenga tinta si no lápices de colores.
sábado, 28 de marzo de 2009
Preguntas, silencios,gritos: amor
Levantarse, bañarse, desayunar, trabajar, volver a casa, cocinar, cenar y nuevamente a la cama. ¿Cuando nos dejamos de querer?, ¿Cuándo todo se convirtió en una espantosa, abominable rutina?, y lo que es peor aún ¿Por qué lo seguimos haciendo? ¿Quién nos obliga? ¿Será que sólo en el inconsciente o en otro espacio- que no tengo preciso en donde es- nos queremos y no nos damos cuenta? ¿Siempre yo quise a aquel hombre de ojos finos, manos largas, y de humor cambiante? ¿Y el me habrá querido a mi? o digo, ¿sentirá algo ahora en este preciso momento?, donde todo es silencio, donde nos separa unas pasta y un tinto. En la mesa somos dos. Pero parece que la cocina esta vacía. Nadie la habita. La casa esta vacía.
Seguramente, luego lavaré los platos. Iremos a la cama. Hasta tal vez hagamos el amor. Pero todo será tan ficticio. Tan irreal. Nos mentiremos con los abrazo, besos. Y será “un perfecto simulacro”.
Como suponía; estoy con los guantes en mis manos y la esponja con detergente. Miguel sigue sentado. Toma el tempranillo. Hay mutismo en el ambiente.
Hasta que de pronto de mis manos cae el plato. Y todo se transformo en un unísono grito.
Ambos lloramos, reímos. Y sin decir absolutamente nada yo deje de lavar la cocina. El dejo de tomar el vino. Y la cama fue nuestra, nuestros cuerpos fueron uno. Pero esta vez sin mentiras. Por que hoy si fue amor.
Seguramente, luego lavaré los platos. Iremos a la cama. Hasta tal vez hagamos el amor. Pero todo será tan ficticio. Tan irreal. Nos mentiremos con los abrazo, besos. Y será “un perfecto simulacro”.
Como suponía; estoy con los guantes en mis manos y la esponja con detergente. Miguel sigue sentado. Toma el tempranillo. Hay mutismo en el ambiente.
Hasta que de pronto de mis manos cae el plato. Y todo se transformo en un unísono grito.
Ambos lloramos, reímos. Y sin decir absolutamente nada yo deje de lavar la cocina. El dejo de tomar el vino. Y la cama fue nuestra, nuestros cuerpos fueron uno. Pero esta vez sin mentiras. Por que hoy si fue amor.
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