Por Arenales esta el viejo encorvado, si aquel que tiene las manos mustias y el cuerpo agobiado, fatigado, cansado de tanto esperar a la vida. ¿Pero entonces que ocurrió todos estos años? ¿Absolutamente nada? No lo se. Nunca obtuve esas respuestas ¿será por que tampoco se lo que aconteció en la mía? Puede ser, quién sabe…
Muchas veces no es precisamente a la vida lo que se espera, si no a la sucia o brillante muerte; ¿pero si estamos muertos en vida?
Tal vez para el viejo Demetris esa era la cuestión ¿y si para mí también era lo mismo?
Hoy me sentía observada por una muchedumbre que no conocía. Vivo aquí hace exactamente seis años y se absolutamente todo de este inmundo barrio: las habladurías de la gorda de la esquina, las peleas de don Rogelio por que le salio más cara la verdura que le vendió Oscar comparada con la de ayer, las penas eternas de Norma, los fantasmas del solitario y reservado Ezequiel, y las oscuridades del viejo encorvado que sólo sabe arreglar relojes. Si lo se absolutamente todo, a diferencia del resto que- creo- saben unas minucias de mí. Mamá siempre me decía: “no hables con extraños”, bueno para mí lo son. Como dije vivo hace seis años en este sitió y no se más que las tonteras contadas hace apenas unas líneas atrás.
Igual hoy era distinto. Había en el ambiente algo extraño: ¿Cómo podía ser que la gorda de la esquina no me reciba y me cuente algún chisme? o ¿Cómo resultaba que esta vez Norma llorara más fuerte que otras veces pero que ni si quiera se atreva a contarme la causa de su llanto? ¿Habrá percibido que detesto cuando me habla? Muchas preguntas y ninguna respuesta. Yo en tiempo seguía caminando sin darle demasiada importancia a todo lo que acontecía a mí alrededor. Aunque todo me generará como un cambio: sentía estar en otro lugar y no en el mismo que hace seis años, ¿estaré enloqueciendo? Puede ser…la gorda de la esquina ayer me dijo que yo terminaría entrando en la locura como mi padre….
Era como explicarlo…. Había otra gente. Un viejo canoso perseguía a Norma. No lo conozco; ¿quién era? y ¿Por qué ella no le hablaba y ni lo registraba? ¿Por que ahora me miraba a mí con esa mirada penetrante e intimista? Sentía que quería atacarme…aunque todo cambio cuando traspaso por sobre mi derecha: era él único de los allí presente que me atinó un amablemente saludo junto con una sonrisa en su rostro y pronunciando con leve voz: “que felicidad ya no estoy solo aquí” ¿Por qué resultaba esto? Aún no lo se. Como fui carcomida por mis dudas y mis miedos; comencé a acelerar mi marcha. No veía hora de llegar a tomar al subte y así radicar todos mis temores de un viernes temprano. Tal vez una vez allí todo volvería a la normalidad ¿hay algo anormal?
Intente bajar la escalera para tomar el metro pero algo me lo impedía. Demetris me llamaba desde su local de relojes:
Demetris- Acércate aquí.
Yo- ¿Le sucede algo?
Demetris- Si, quiero que me cuentes como es todo por allí. ¿Es igual que acá?
Yo (atónita y confundida)- ¿De que me habla? No lo entiendo….
Demetris- ¡Vamos! Hace mucho que quiero saber como es…a mi edad ya pronto me va a tocar… ¿te encontraste con ese viejo canoso?
Yo (asustada)- Si lo registre hace unos minutos atrás ¿quién es?
Demetris- Ahora te digo. Espera que esta entrando gente y no quiero que me vean hablando sólo.
Yo- ¿Cómo hablando sólo? ¡No lo entiendo! Me tengo que ir a trabajar.
Demetris- Anda… aunque dudo de que puedas realizarlo….
Y así salí….con apuros, con temores, miedos y un inmenso dolor que atravesaba mi alma. Todo era tan extraño. Nada era real. Y ¿si no lo era de verdad?
¿Estaré muerta en vida?
miércoles, 9 de diciembre de 2009
viernes, 30 de octubre de 2009
Plan B: Historia de un Asesinato.(Julia, JL, Ernesto)
Es raro y difícil de explicar por que seguía con los dos, por que amaba los dos. ¿Los amaba? No se.
Ernesto al tiempo-a los meses- voló nuevamente hacía Inglaterra. Yo me quede aquí con JL sin animarme a soltar mis alas con él. No era cuestión de abominable cobardía, yo aún moría por los ojos de JL, el era todo para mí.
Al año siguiente fuimos nosotros los que nos aparecimos en Inglaterra. No era sólo por ver a Ernesto, aunque de algún modo igual lo sería también. Se trataba de un gran premio que recibiría JL por un escrito que había generado revolución en el mundillo de las letras. Para ese habitáculo era una pieza nefasta de superar y los críticos sólo presentaban halagos a lo realizado por ese gran hombre-¿mi? Hombre.
Al llegar fuimos recibidos por él quién falsamente felicito a su “amigo”. Yo lo sabía; aborrecía su presencia y más aún sus letras. Detestaba profundamente que fuese tan perfecto aquel ejemplar y que encima le gustase.
En territorio inglés volvimos a fundir nuestros cuerpos, tal como lo hacíamos en Buenos Aires. Era una gran verdad que me gustaba. Si Ernesto, me generaba cosas que hacía tiempo no sentía con Jorge Luis, paradójico cuando el me propuso escaparme yo no acepte, no quise hacerlo. Temía o creía amar JL, aunque ahora que lo medito mejor, no se si es amor lo que sentía (siento) por él, son tantos años juntos haciendo la misma rutina una y otra vez, viviendo los mismos actos, resistiendo sus luces y oscuridades. ¿Tal vez el tiempo transformo el amor en amistad? Puede ser. El tener un contacto físico no significa tener amor. Tarde me di cuenta que lo físico puede llegar al punto de amor, tarde, demasiado.
Era una tarde nublada de aquí- casi siempre Inglaterra padece de nefastos días grises- cuando decidí tomar cartas en el asunto y tomar la decisión más difícil de mi vida: dejar JL.
Quedarme aquí para siempre, eternamente, sin pensar un segundo en todo lo que puede llegar a suceder.
Me pedí mi té. Estaba nerviosa, inquietante. No se por que le tenía miedo a Jorge Luis. Es que era tan duro cuando se enojaba…. Aunque yo jamás padecí su enojó su gran amigo Adolfo me decía que yo era su calma, su paz: el mundo podía derrumbarse, caerse en mil pedazos, pero para él yo era su paz.
Tal vez por eso, era mi profundo dolor. ¿Cómo se le dice a alguien que ya no se lo ama más? ¿Cómo?
JL- Estas nerviosa. Cuando mueves muchos las manos es que lo estas….
Julia- Puede ser. Un poco, tal vez. Te traje aquí para hablar. Para que hablemos. ¿No te parece que tenemos que hablar?
JL- ¿hablar? ¿De que? ¿De tus engaños?, ¿Tus mentiras? O mejor, no hablemos de tu amado lunar izquierdo….
Julia- No te violentes. Te hace mal. No es todo así.
JL-No me violento. ¿Qué creías que no lo sabía? Lo se desde la primera vez. Pero resiste por que te quería. Te quiero, en realidad.
Julia- Tranquilízate. No quiero que cometas locuras.
JL- No, si crees que voy a matar a tu lunar izquierdo no lo hare. (lo medite muchas veces, pero luego me di cuenta que esa no era la solución: por que vos lo seguirías amando). Aparte tuve la tonta ilusión de que tu amor hacía mi era real cuando decidiste no viajar con él.
Julia- Pero yo a vos te quiero.
JL- Querer no es lo mismo que amar……Me quiero ir de acá. Aunque llueva, quiero caminar. Así te conocí y así me quiero despedir y dejarte libre, si en libertad. De nada sirve amar sin ser amado.
Julia- Caminemos entonces.
Ya en el camino, luego de grandes momentos de silencios y vacíos profundos, comenzamos nuevamente hablar, aunque yo me encontraba algo taciturna. Quizás tal vez por lo extrañoque resultaría caminar junto a él las calles de Bath en una forma casi de despedida, no se bien como llamarlo.
Luego fuimos al hotel él se dirigió a la habitación, y yo me quede sola abajo apreciando la vista maravillosa que tenía en el gran ventanal. Al tiempo de estar allí el conserje me comunica que tenía un llamado, cuando lo atiendo la voz era de Ernesto que me preguntaba como había salido todo y como lo había tomado JL le dije que lo sabía para mi sorpresa y que supo entenderme y dejarme en libertad, su voz sonaba contento, a lo que me contesto que de igual manera existía el plan B por si no se llegaba a solucionar….
Julia- ¿Perdón que es eso de Plan B?
Ernesto- Nada importante. El título de mi próximo libro. Plan B: Historia de un asesinato.
Julia- ¿Qué? ¿Lo pensabas matar? Espera un segundo, no entiendo por que aquí todos gritan.
Conserje- Man was killed in the Suite 202.
Fue en ese momento que el teléfono se derrumbo, del otro lado sólo se escuchaban risas. Yo me encontraba atónita, confundida, sin poder entender absolutamente nada. Me dirigí a la habitación y allí lo vislumbre tirado en la cama ensangrentado con una bala en su pecho. Todo era tan extraño. Al día siguiente llego Adolfo, sorprendido se consumió en el dolor, el mismo que sentía yo. Pero a diferencia, mi llanto y tormento tenían una alquimia de culpa, sentía que era yo la responsable de su suicidio. Ernesto también estaba allí, pero casi de forma autómata ¿sería por el impacto de semejante noticia? ¿Se sentiría culpable él también? La verdad que no lo se. No quise quedarme allí.
A las semanas volví a Buenos Aires. Me instale nuevamente en mi casa recordando sus fotos, sus olores y releyendo sus perfectos libros.
Y así fue que paso casi un año de su muerte, poco supe de Ernesto algo perdido por algún rincón. Hasta que me llego una carta él contándome lo maravillado que estaba con su nuevo libro y lo fantástico que le estaba yendo en Europa, en su carta decía que me esperaba y que me mandaba un ejemplar de aquel libro, que para la crítica era inalcanzable, su título era Plan B: Historia de un Asesinato.
Al leerlo lloré, grite, sentía una gran impotencia en mi alma. Pero igual de todas formas intente contestar su carta respondiendo: “Hermoso libro, hasta el final no sabes quién lo mato o si se suicido” muy bien por vos, aunque todavía te falta llegar un largo trecho para escribir tan perfecto a como lo hacía JL”.
Ernesto al tiempo-a los meses- voló nuevamente hacía Inglaterra. Yo me quede aquí con JL sin animarme a soltar mis alas con él. No era cuestión de abominable cobardía, yo aún moría por los ojos de JL, el era todo para mí.
Al año siguiente fuimos nosotros los que nos aparecimos en Inglaterra. No era sólo por ver a Ernesto, aunque de algún modo igual lo sería también. Se trataba de un gran premio que recibiría JL por un escrito que había generado revolución en el mundillo de las letras. Para ese habitáculo era una pieza nefasta de superar y los críticos sólo presentaban halagos a lo realizado por ese gran hombre-¿mi? Hombre.
Al llegar fuimos recibidos por él quién falsamente felicito a su “amigo”. Yo lo sabía; aborrecía su presencia y más aún sus letras. Detestaba profundamente que fuese tan perfecto aquel ejemplar y que encima le gustase.
En territorio inglés volvimos a fundir nuestros cuerpos, tal como lo hacíamos en Buenos Aires. Era una gran verdad que me gustaba. Si Ernesto, me generaba cosas que hacía tiempo no sentía con Jorge Luis, paradójico cuando el me propuso escaparme yo no acepte, no quise hacerlo. Temía o creía amar JL, aunque ahora que lo medito mejor, no se si es amor lo que sentía (siento) por él, son tantos años juntos haciendo la misma rutina una y otra vez, viviendo los mismos actos, resistiendo sus luces y oscuridades. ¿Tal vez el tiempo transformo el amor en amistad? Puede ser. El tener un contacto físico no significa tener amor. Tarde me di cuenta que lo físico puede llegar al punto de amor, tarde, demasiado.
Era una tarde nublada de aquí- casi siempre Inglaterra padece de nefastos días grises- cuando decidí tomar cartas en el asunto y tomar la decisión más difícil de mi vida: dejar JL.
Quedarme aquí para siempre, eternamente, sin pensar un segundo en todo lo que puede llegar a suceder.
Me pedí mi té. Estaba nerviosa, inquietante. No se por que le tenía miedo a Jorge Luis. Es que era tan duro cuando se enojaba…. Aunque yo jamás padecí su enojó su gran amigo Adolfo me decía que yo era su calma, su paz: el mundo podía derrumbarse, caerse en mil pedazos, pero para él yo era su paz.
Tal vez por eso, era mi profundo dolor. ¿Cómo se le dice a alguien que ya no se lo ama más? ¿Cómo?
JL- Estas nerviosa. Cuando mueves muchos las manos es que lo estas….
Julia- Puede ser. Un poco, tal vez. Te traje aquí para hablar. Para que hablemos. ¿No te parece que tenemos que hablar?
JL- ¿hablar? ¿De que? ¿De tus engaños?, ¿Tus mentiras? O mejor, no hablemos de tu amado lunar izquierdo….
Julia- No te violentes. Te hace mal. No es todo así.
JL-No me violento. ¿Qué creías que no lo sabía? Lo se desde la primera vez. Pero resiste por que te quería. Te quiero, en realidad.
Julia- Tranquilízate. No quiero que cometas locuras.
JL- No, si crees que voy a matar a tu lunar izquierdo no lo hare. (lo medite muchas veces, pero luego me di cuenta que esa no era la solución: por que vos lo seguirías amando). Aparte tuve la tonta ilusión de que tu amor hacía mi era real cuando decidiste no viajar con él.
Julia- Pero yo a vos te quiero.
JL- Querer no es lo mismo que amar……Me quiero ir de acá. Aunque llueva, quiero caminar. Así te conocí y así me quiero despedir y dejarte libre, si en libertad. De nada sirve amar sin ser amado.
Julia- Caminemos entonces.
Ya en el camino, luego de grandes momentos de silencios y vacíos profundos, comenzamos nuevamente hablar, aunque yo me encontraba algo taciturna. Quizás tal vez por lo extrañoque resultaría caminar junto a él las calles de Bath en una forma casi de despedida, no se bien como llamarlo.
Luego fuimos al hotel él se dirigió a la habitación, y yo me quede sola abajo apreciando la vista maravillosa que tenía en el gran ventanal. Al tiempo de estar allí el conserje me comunica que tenía un llamado, cuando lo atiendo la voz era de Ernesto que me preguntaba como había salido todo y como lo había tomado JL le dije que lo sabía para mi sorpresa y que supo entenderme y dejarme en libertad, su voz sonaba contento, a lo que me contesto que de igual manera existía el plan B por si no se llegaba a solucionar….
Julia- ¿Perdón que es eso de Plan B?
Ernesto- Nada importante. El título de mi próximo libro. Plan B: Historia de un asesinato.
Julia- ¿Qué? ¿Lo pensabas matar? Espera un segundo, no entiendo por que aquí todos gritan.
Conserje- Man was killed in the Suite 202.
Fue en ese momento que el teléfono se derrumbo, del otro lado sólo se escuchaban risas. Yo me encontraba atónita, confundida, sin poder entender absolutamente nada. Me dirigí a la habitación y allí lo vislumbre tirado en la cama ensangrentado con una bala en su pecho. Todo era tan extraño. Al día siguiente llego Adolfo, sorprendido se consumió en el dolor, el mismo que sentía yo. Pero a diferencia, mi llanto y tormento tenían una alquimia de culpa, sentía que era yo la responsable de su suicidio. Ernesto también estaba allí, pero casi de forma autómata ¿sería por el impacto de semejante noticia? ¿Se sentiría culpable él también? La verdad que no lo se. No quise quedarme allí.
A las semanas volví a Buenos Aires. Me instale nuevamente en mi casa recordando sus fotos, sus olores y releyendo sus perfectos libros.
Y así fue que paso casi un año de su muerte, poco supe de Ernesto algo perdido por algún rincón. Hasta que me llego una carta él contándome lo maravillado que estaba con su nuevo libro y lo fantástico que le estaba yendo en Europa, en su carta decía que me esperaba y que me mandaba un ejemplar de aquel libro, que para la crítica era inalcanzable, su título era Plan B: Historia de un Asesinato.
Al leerlo lloré, grite, sentía una gran impotencia en mi alma. Pero igual de todas formas intente contestar su carta respondiendo: “Hermoso libro, hasta el final no sabes quién lo mato o si se suicido” muy bien por vos, aunque todavía te falta llegar un largo trecho para escribir tan perfecto a como lo hacía JL”.
domingo, 4 de octubre de 2009
domingo, 23 de agosto de 2009
Instrucciones para subir una escalera
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso. Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie). Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
Genial...el señor Cortázar
Genial...el señor Cortázar
martes, 21 de julio de 2009
¿Quién mata a quién?.La parca esta cerca
Julia mata a Ernesto. No, mejor Ernesto mata a Julia. No, JL los mata a ambos.
Dudas. Quién sabe...tal vez no sea ninguno de ellos. Pero lo que si esta cerca es la parca. Y no se sabe su destinatario, por que ésta se caracteriza por ser muy impredecible.
Dudas. Quién sabe...tal vez no sea ninguno de ellos. Pero lo que si esta cerca es la parca. Y no se sabe su destinatario, por que ésta se caracteriza por ser muy impredecible.
miércoles, 8 de julio de 2009
Hoy todo es pregunta.
A la espera, que pronto llegará, para poder saber que sucederá con Julia JL y Ernesto les dejo buena música para sus finos oídos. Algo así como meditados-o no tanto- placeres. Creo que de eso se trata….
Julia se preguntaba si existía la vida más allá de la muerte, yo me pregunto lo mismo, o mejor aún les pregunto a ustedes: ¿existe la vida tras la muerte? No se si se obtuvo respuestas en JL o Ernesto o tal vez sí….quizás. El interrogante queda abierto.
Por que hoy todo es pregunta.
miércoles, 1 de julio de 2009
Julia: JL y Ernesto, Tu lunar Izquierdo (I)
Para poder reflejar algo de éste sitió que me cobijó desde niña diría que sería algo así como El Aleph planteado por Borges. Era extraño. Eran tantos lugares y al mismo tiempo uno sólo.
Todo comenzó un ocho de julio. Yo llegaba de la universidad con el uniforme aún puesto. Baje del tren y me dirigí a ese habitáculo que supuestamente era mío. En mis odios sonaba Carlos Gardel. Y el crepúsculo daba un aire de misterio al ambiente. En donde habitaba el frío.
Llegue y sentí la soledad. Si la volvía sentir como cuando era pequeña y corría en el parque para que nadie-en mi mundo imaginario- me atrape. Me deslizaba fugazmente sobre el pasto humedecido intentando arribar a quién sabe que lugar. Cuando era niña soñaba que me perseguían y que siempre alguien me estaba esperando. Ahora que ya pasaron exactamente treinta años, tengo la misma impresión. Presiento que me esperan, me buscan. Y que están al acecho de capturarme.
¿Quién me quisiera atrapar? No suelo considerarme demasiado importante para que alguien sea merecedor de mi visita. Más bien me veo casi en forma lóbrega. Abominable.
Al rato deje de pensar en eso. Y me dirigí al piano, aquel de denso negro oscuro, con finas teclas blancas. Me fui hacía allí, para poder sentir la música, volar y volar. Esto también me acompañaba desde chica. El piano me alejaba de todo y de todos. Como ahora. Igual pero distinto. Mientras intentaba penosamente tocar alguna melodía, mis pensamientos fluyeron hacía Jorge Luis. En este momento Jorge Luis era sinónimo de sangre. Al rato mi mente dijo un horario; las cinco de la tarde en punto. La hora exacta para un te. Y cuatro horas más tarde yo sentada aquí. ¿Por qué pensaba en eso? No lo sé, o si lo sabía. Ya lo dije, el piano me hacía olvidar de todo como cuando era pequeña. Como ahora pero distinto.
Incansablemente seguí con el piano, con fuerza y dolor no dejaba respirar ni una tecla del mismo. Las hacía doler. Su tortura era mi felicidad.
Al rato mi mente segó que siguiera tocando. Cesé por algunos instante y me tome el té, si el mismo que tendría que haber pertenecido a las cinco de la tarde. Era igual a ese té pero distinto.
Jorge Luis seguro lo tomaría con un poco de azúcar. Yo amargo.
El día que conocí J.L estaba en la esquina de Santa Fe y Callao. Allí lo miré por primera vez. Con sus ojos marrones, su barba al ras y sus anteojos negros. Me acuerdo que llevaba en su mano izquierda un cigarrillo que nunca fumaría. Yo caminaba la calle, cuando tontamente me tropecé en sus finos, y lánguidos brazos. Ese fue nuestro primer té de las cinco de la tarde en punto. Nos reímos y lloramos de nuestras vidas pasadas para luego intercambiar teléfonos.
Ya al tiempo convivía con él aquí. Si en este lugar que se asemeja- o no- al Aleph descrito por el genial J.L.B.
De esa especie de encuentro imprevisto que derivo en la convivencia ya pasaron ocho años. Parecía una historia inverosímil, pero era tan real.
Nunca pensamos en formalizar. No tenía idea algún si la frase: hasta que la muerte nos separe era la correcta. Ahora diría que si. Quién sabe.
Luego de un período de estar con él (para ser precisos luego de tres años de estar juntos aquí) conocí a Ernesto. Él era muy amigo de J.L. Y hacía tiempo que vivía en Inglaterra.
Ernesto era un hombre no demasiado alto con ojos de color gris, de poco pelo, y mucha barba que a veces tapaba su hermoso lunar de su sector izquierdo. Ernesto era un gran licenciado en letras. El tenía éxito por allí. Pero creo que no se si superaba a J.L. Ambos eran “falsamente amigos”, se la halagaban cuando se veían, se telefoneaban una vez cada quince días, pero cuando no se encontraban se mataban. Ellos se conocían hacía más de quince años. Habían realizado juntos la carrera de letras. Aunque la suerte era distinta, J.L. era reconocido en casi todo el mundo. Ernesto no tanto.
Fue una noche de verano cuando el hombre del lunar del sector izquierdo me convido una copa de tinto. Me sonroje por los piropos entregados por Ernesto. Siempre dije que su alma era la de un seductor. El tenía un buen sentido del humor, distinto a al del JL., que lo fue perdiendo con el paso del tiempo. Igual así como era lo amaba y lo idealizaba también en gran medida.
Paso un mes de aquella copa. Ernesto seguía de visita por estos pagos. Y solíamos salir los tres por las callecitas de Buenos Aires. A mi me gustaba caminar por corrientes, verla iluminada y con gente-aunque suene paradójico-me generaba paz.
Y también paso un mes de aquel papel casi arrojado por mí en la basura que encuentro en mi tapado gris topo: “No digas no, mi corazón no resiste esa respuesta. Te espero a las cinco de la tarde en Rodríguez Peña al 600. Tu amado lunar izquierdo".
Dude demasiado en asistir. Yo no quería traicionar a JL, pero hay cosas y momentos que no se pueden resistir. Y así fue que me dirigí: a lo incierto, inseguro, con la suma de todos mis miedos.
Pero con la ganas probar lo prohibido, de rozar los límites.
Mintiéndole a JL tuve mi primer encuentro con Ernesto.
Ese era el primero de la larga historia casi sin fin, casi.
Continuará…………..
Todo comenzó un ocho de julio. Yo llegaba de la universidad con el uniforme aún puesto. Baje del tren y me dirigí a ese habitáculo que supuestamente era mío. En mis odios sonaba Carlos Gardel. Y el crepúsculo daba un aire de misterio al ambiente. En donde habitaba el frío.
Llegue y sentí la soledad. Si la volvía sentir como cuando era pequeña y corría en el parque para que nadie-en mi mundo imaginario- me atrape. Me deslizaba fugazmente sobre el pasto humedecido intentando arribar a quién sabe que lugar. Cuando era niña soñaba que me perseguían y que siempre alguien me estaba esperando. Ahora que ya pasaron exactamente treinta años, tengo la misma impresión. Presiento que me esperan, me buscan. Y que están al acecho de capturarme.
¿Quién me quisiera atrapar? No suelo considerarme demasiado importante para que alguien sea merecedor de mi visita. Más bien me veo casi en forma lóbrega. Abominable.
Al rato deje de pensar en eso. Y me dirigí al piano, aquel de denso negro oscuro, con finas teclas blancas. Me fui hacía allí, para poder sentir la música, volar y volar. Esto también me acompañaba desde chica. El piano me alejaba de todo y de todos. Como ahora. Igual pero distinto. Mientras intentaba penosamente tocar alguna melodía, mis pensamientos fluyeron hacía Jorge Luis. En este momento Jorge Luis era sinónimo de sangre. Al rato mi mente dijo un horario; las cinco de la tarde en punto. La hora exacta para un te. Y cuatro horas más tarde yo sentada aquí. ¿Por qué pensaba en eso? No lo sé, o si lo sabía. Ya lo dije, el piano me hacía olvidar de todo como cuando era pequeña. Como ahora pero distinto.
Incansablemente seguí con el piano, con fuerza y dolor no dejaba respirar ni una tecla del mismo. Las hacía doler. Su tortura era mi felicidad.
Al rato mi mente segó que siguiera tocando. Cesé por algunos instante y me tome el té, si el mismo que tendría que haber pertenecido a las cinco de la tarde. Era igual a ese té pero distinto.
Jorge Luis seguro lo tomaría con un poco de azúcar. Yo amargo.
El día que conocí J.L estaba en la esquina de Santa Fe y Callao. Allí lo miré por primera vez. Con sus ojos marrones, su barba al ras y sus anteojos negros. Me acuerdo que llevaba en su mano izquierda un cigarrillo que nunca fumaría. Yo caminaba la calle, cuando tontamente me tropecé en sus finos, y lánguidos brazos. Ese fue nuestro primer té de las cinco de la tarde en punto. Nos reímos y lloramos de nuestras vidas pasadas para luego intercambiar teléfonos.
Ya al tiempo convivía con él aquí. Si en este lugar que se asemeja- o no- al Aleph descrito por el genial J.L.B.
De esa especie de encuentro imprevisto que derivo en la convivencia ya pasaron ocho años. Parecía una historia inverosímil, pero era tan real.
Nunca pensamos en formalizar. No tenía idea algún si la frase: hasta que la muerte nos separe era la correcta. Ahora diría que si. Quién sabe.
Luego de un período de estar con él (para ser precisos luego de tres años de estar juntos aquí) conocí a Ernesto. Él era muy amigo de J.L. Y hacía tiempo que vivía en Inglaterra.
Ernesto era un hombre no demasiado alto con ojos de color gris, de poco pelo, y mucha barba que a veces tapaba su hermoso lunar de su sector izquierdo. Ernesto era un gran licenciado en letras. El tenía éxito por allí. Pero creo que no se si superaba a J.L. Ambos eran “falsamente amigos”, se la halagaban cuando se veían, se telefoneaban una vez cada quince días, pero cuando no se encontraban se mataban. Ellos se conocían hacía más de quince años. Habían realizado juntos la carrera de letras. Aunque la suerte era distinta, J.L. era reconocido en casi todo el mundo. Ernesto no tanto.
Fue una noche de verano cuando el hombre del lunar del sector izquierdo me convido una copa de tinto. Me sonroje por los piropos entregados por Ernesto. Siempre dije que su alma era la de un seductor. El tenía un buen sentido del humor, distinto a al del JL., que lo fue perdiendo con el paso del tiempo. Igual así como era lo amaba y lo idealizaba también en gran medida.
Paso un mes de aquella copa. Ernesto seguía de visita por estos pagos. Y solíamos salir los tres por las callecitas de Buenos Aires. A mi me gustaba caminar por corrientes, verla iluminada y con gente-aunque suene paradójico-me generaba paz.
Y también paso un mes de aquel papel casi arrojado por mí en la basura que encuentro en mi tapado gris topo: “No digas no, mi corazón no resiste esa respuesta. Te espero a las cinco de la tarde en Rodríguez Peña al 600. Tu amado lunar izquierdo".
Dude demasiado en asistir. Yo no quería traicionar a JL, pero hay cosas y momentos que no se pueden resistir. Y así fue que me dirigí: a lo incierto, inseguro, con la suma de todos mis miedos.
Pero con la ganas probar lo prohibido, de rozar los límites.
Mintiéndole a JL tuve mi primer encuentro con Ernesto.
Ese era el primero de la larga historia casi sin fin, casi.
Continuará…………..
Suscribirse a:
Entradas (Atom)